Y resulta que ahora, España, cómo no, es el mejor país europeo. Tranquilos chicos, que no quiero hacer un post de política en este blog, pues si hay algo que a estas alturas teníais que tener muy claro es que a mi no me gusta hablar de mi vida privada, mucho menos de política. Así que, tranquilidad, que no os voy a aburrir con esos eslóganes terribles del PP haciéndonos creer que somos el motor de Europa, que nos comemos a la Merkel, y que haber reducido el número de parados (estadísticamente) ha servido para que saquemos pecho, porque no es así. Yo hoy quiero hablar de la Thrillist, y de su ranking europeo dónde destaca lo mejor de cada país y claro está, lo peor.
Hace unos días publicaban en esta Thrillist que España destacaba a nivel europeo por el alto abandono, que supongo será de estudiantes en secundaria, o que abandonan en general los estudios, ya sea universitarios o previos. Esto era en lo que destacábamos los españoles para peor. Había países que destacaban por ser los que peor pagaban a las mujeres con respecto al salario de los hombres en misma situación, los que tenían mayor tasa de depresión, peor nivel de inglés (y ojo, no somos los españoles aunque seguro estamos muy cerca), los de mayor deuda externa, los de mayor impuesto sobre el valor añadido, el mayor número de casos de fibrosis quística y vaya usted a saber qué otro tipo de variables han estudiado. Todas ellas muy interesantes, eso si. España, para mal ha salido destacada en el abandono de los estudiantes.
Pero si hay algo que nos tiene que esperanzar a los españoles es el ranking de la Thrillist de esta semana, y aquí por algo que es totalmente contrario al abandono de nuestros estudiantes, y se debe a que somos el país preferido por el resto de países como destino de las becas Erasmus. Así que, como conclusión a esta estadística, se puede decir que, lo que nuestros propios estudiantes abandonan, otros lo toman. Y esto será porque quizá nuestro sistema educativo no sea el peor de Europa, pese al 20% de recortes en educación de los últimos tiempos. Vaya usted a saber si es que realmente, detrás de todo esto son otros los motivos que hacen que los estudiantes europeos se vengan a España con sus becas Erasmus, a lo mejor esa imagen que hemos proyectado al mundo entero de que somos muy fiesteros ha influido, o que nuestro benigno clima que desde época de Franco se anuncia a bombo y platillo con ese turismo rancio de sol y cerveza que se ha instalado en España desde hace más de cincuenta años.
Lo que si está claro, es que una muestra de esto es mi compañero de piso. Aquí tenemos a un chico estudiante, de veintitantos años, de un país del este muy católico y que probablemente sea homosexual. Aunque esto último quizá sea una maldad mía, porque no tiene por qué ser un invertido de esos. Cuándo ha rellenado su solicitud de la beca habrá pensado: España, sol, fiesta, idioma no muy complicado y el segundo más hablado del mundo y aún por encima, hombretones españoles con rabos inmensos que podrían dejarle temblando las piernas durante horas ¿A qué país nos vamos? Lógicamente, a Portugal no.
Y mirad que podíamos haber destacado en otras cosas, como le ocurre a otros países europeos, por la menor tasa de paro, por ser el país que menos utiliza dinero negro, por tener el menor índice de divorcios o la mayor esperanza de vida, el mayor consumo de cerveza, por ser los que más cantan o bailan (y curiosamente aquí tampoco destacamos por mucho que pensaseis que nos íbamos a llevar esto de calle), los mayores productores de manzanas, el menor consumo de cocaína, el mayor uso de robots, los menos derrochadores o los más felices con su empleo. Pues no, una vez más hemos destacado por la forma que tienen de vernos en el extranjero, a ver si va a ser que eso de la marca España es cierto.