Por el titular os pensaréis que soy un rojo sin piedad que no respeta la doctrina católica. Pues no seáis mal pensados, chuchis, que nada de eso, bien sabéis que yo soy católico, y practicante, cuando puedo incluso, un amante de la plasticidad del arte de la imaginería española y de ese oscuro costumbrismo que acompaña a todas las procesiones, no solo las de semana santa, no solo las grandes procesiones del sur de España o las más austeras de Castilla. También aquellas rurales, que tanto abundan por Galicia, o las más especiales, como la de los ataúdes de Santa Marta de Ribarteme.
Yo lo que odio realmente son las procesiones de calle. Especialmente a la gente que va muy lenta, odio a los paseadores oficiales y libro de culpa a aquellas personas que por cuestiones de salud no pueden caminar más rápido. Quizá sea yo, que camino demasiado deprisa, que muchas veces me autoimpongo una mayor velocidad, una ganancia de tiempo, pero es que la gente en general es muy lenta, la gente se para por cualquier cosa, la gente ocupa toda una acera y no se cortan un pelo, la gente no vigila su retaguardia, jamás. Así luego los carteras hacen sus agostos. La gente es muy despistada.
No hay día que no me suceda. Y yo que soy buen conductor tengo en mente la educación vial, los intermitentes, las líneas continuas, los biciclistas en paralelo, y todas estas cosas de tráfico, como peatón también las aplico. Los veo a lo lejos, comienzo a acelerar, mi intención clara, adelantarlos. Deben notar el sonido del viento y se van escorando justo hacia la esquina de la acera que intento ocupar. Me cierran el paso. No puedo con ellos. Freno en seco, para evitar el encontronazo, vuelven otra vez al centro de la acera, intento un nuevo adelantamiento por la misma zona, y vuelven a escorarse. Claro, así es imposible.
Y luego están las familias, los grupos de amigos. Los que ocupan toda una acera, también, como los ciclistas van en paralelo. Son increíbles. ¿No saben que hay una ordenanza de Álvarez del Manzano prohibiendo que la gente se pare en mitad de una acera o que ocupen en linea la misma? No me faltan las ganas de empujar a propósito a alguno de ellos, atacando siempre por el flanco más débil, claro está, el niño o la niña, que no para de moverse.
Diréis que soy un cagaprisas y que si no tengo necesidad de correr, que para qué ir a prisa. Pues porque me gusta, porque gano tiempo, porque no tengo todo el día para pasear, y aunque esté paseando, que he tenido mis días, siempre soy respetuoso con el medio. Y luego siempre están los listillos que vienen en bicicleta fuera del carril bici y te intentan atropellar... a tí, que eres el rey de la velocidad de las aceras.