domingo, 14 de septiembre de 2014

Del dos al catorce (y tiro porque me toca)

Hoy domingo os traigo uno de estos post que tanto os gustan para terminar la semana, o para empezarla según el país en el que estéis, y es que, históricamente siempre ha habido algo de polémica con este tipo de cosas, porque poner de acuerdo a todo el mundo, y cuándo digo mundo me refiero a todo el planeta, es muy complicado, al menos en cuestiones de tiempo. El post de hoy es un post multicultural de estos dónde me encanta demostrar lo gafapasta renacentista que soy, dónde os ilumino, una vez más y os ayudo a llenar vuestros cerebros de esos conocimientos tan interesantes que solo de Pimpfiadas pueden salir. ¡Hombre ya!
 
Escrito ya el acto por el cual me chuleo un poco, paso a relatar esto del dos al catorce, y del por qué de tantas cosas. Resulta que, tal día como hoy, porque esta sección dominical suele ser una efeméride en general, y normalmente curiosa, los ingleses pasaron del 2 de septiembre al 14 del mismo mes, por arte de magia. Pero tranquilos, que os explico todo, que los ingleses siempre han sido peculiares, pero no tanto, por mucho que tengan ahora a Cameron de primer ministro, porque en esta ocasión, la culpa la tuvo toda Gregorio XIII, así os lo digo.
 
A lo largo de muchos años se había venido utilizando el calendario Juliano, instaurado por Julio César, y podéis recordar mi post de hace unas semanas hablando de por qué agosto tenía 31 días y demás lindezas, un calendario a todas luces un tanto irregular e imperfecto, en lugar del persa con mucho menos margen de error. Sin embargo, llegó la iglesia, y con ella, para variar los problemas, porque Gregorio XIII, el papa consideraba que había que unificar y dejar claro el calendario de los actos litúrgicos de la iglesia, y obviamente, la iglesia no iba a cambiar sus días de fiesta, que para eso habían sido dictados por Dios, lo lógico era que cada país cambiase su calendario civil, mucho más sencillo, clarostá. Así fue como para fijar la pascua, ésta se establecía según el equinocio de primavera, y éste llevaba en 1582 un desfase de diez días por aquello de que los años tienen 365,242189 días, lo que se traduce en un pico de unas horas y unos minutos cada año,  habría que ajustar los calendarios.
 
Así que se ideó el calendario gregoriano, que es el que rige nuestros tiempos, y poco a poco los países de la órbita católica comenzaron a pasar por el aro, España, Portugal e Italia, junto con la zona del Mississipi en Estados Unidos, Francia, los Países Bajos y Bélgica. En 1583 el resto de los Países Bajos, Alemania, las zonas del Virreinato de España en América, y Austria. Y así, con el paso de los años unos y otros fueron cambiándose al nuevo calendario gregoriano, ajustando esos diez días de error que había acumulados. Claro que tal día como hoy se pasaron a este calendario los ingleses, con lo suyos que han sido siempre, claro que no lo hicieron en 1582, ni en los años siguientes, ellos esperaron a 1752. No fueron los últimos, también os lo digo, Rusia, Suecia, Finlandia, Japón o China tardaron unos cuántos años más, y los últimos, en 1923 los griegos.
 
De este paso del día 2 de septiembre al 14 de septiembre (en el caso elegido por los ingleses) se desprenden curiosas anécdotas, tales como un cambio de un martes a un domingo saltándose los días del medio. Esta fue una de las causas por las que se dicen que Cervantes y Shakespeare fallecieron el mismo día, cuándo se cree que no fue así. Los españoles ya habían mudado el calendario, falleciendo el genio de Alcalá de Henares un 23 de abril de 1616, sin embargo, cuándo todos hemos pensado siempre que el escritor inglés fallecía el mismo día, en realidad lo hacía 10 días después, lo que sería el 3 de mayo de 1616. En España el 15 de octubre vino después de un 4 de octubre, y en el caso de Bélgica, las fechas elegidas hicieron que más de un año se quedasen sin navidad, porque uno de los cambios se produjo un 20 de diciembre, pasándose al 31 de diciembre, eso si, la nochevieja la pudieron celebrar, pero en los Países Bajos, después del 21 de diciembre llegó el día 1 de enero, con lo cual estos ni lotería de navidad, ni pavo en nochebuena ni nada, ni tan siquiera las campanadas de fin de año. El caso de Suecia y Finlandia fue curioso, porque los desajustes por la invasión rusa provocaron que ellos no tuviesen el mismo día que ningún sitio del mundo, para ello estuvieron varios años seguidos con años bisiestos, añadiéndole al calendario un 30 de febrero, hasta que decidieron que lo mejor era ajustar a lo bruto el calendario, cómo habían hecho el resto de países. Un lío de mil pares, pero qué gracias a Dios nos situa todos los años la fiesta de Pascua en Semana Santa tras el equinocio de primavera, aunque eso si, ya para saber eso tengamos que ver un calendario, porque no hay ni Dios que sea capaz de saber en qué va a caer la semana santa del próximo año, y lo peor de todo, los países no católicos, que también han tenido que pasar por el aro.

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