Pues bien, mis queridos blogueros. Creo que ya comenté en una ocasión, hace mil años, en este blog. Cuándo muchos de vosotros todavía no habíais nacido bloguerísticamente hablando, que soy alérgico a la tortilla de patata, o algo así. Su olor me provoca nauseas, así como os lo digo. Ya, ya sé que soy un caso muy excepcional en el planeta, que lo más seguro es que no conozcáis a nadie en una tesitura tal, y lo más probable, es que al igual que la bisexualidad, cuándo alguien os diga que no puede con la tortilla de patata le diréis que realmente no existe.
Si es que solo verla.... |
Pues bien, este simil entre la tortilla de patata y la bisexualidad es genial. Otra de mis aportaciones socio-culturales, otra de mis teorías que tanto implementan vuestros conocimientos. Muchas veces me preguntan ¿Pero qué te gustan más, los hombres o las mujeres? ¿Pero te gustan de verdad las mujeres? ¿Solamente te gustan los hombres y lo de las mujeres es de tapadillo? Las preguntas de siempre, chuchis. Me gustan ambos. Pues bien, con la tortilla ocurre algo similar. ¿Me gusta el huevo? Si, chuchis, lo como cocido, alguna vez frito, incluso en una apañada tortilla francesa, sola o mezclada con cualquier otro ingrediente. ¿Me gusta la patata? Efectivamente, me encanta la patata, cocida, frita, asada, guisada, en puré, y de mil formas. ¿Te gusta la cebolla? Bueno, caris, la cebolla si, me gusta que esté bien picada, me gusta tostada, me la como incluso cruda en medio de una ensalada (también si está bien picada), me gusta también asada. ¿Y si te gusta todo eso cómo es que no te gusta la tortilla de patata? Pues no lo sé, será la mezcla, respondía yo hasta no hace mucho tiempo, y no es que no me guste, que esto podría ser un simple capricho, es que su olor me hace vomitar. Sobre este punto debo aclarar que no todas me hacen vomitar, la gran mayoría de ellas me provocan las nauseas, con la excepción de la que hace mi madre e incluso puedo añadir que de pequeño la comía. Curiosidades de la vida.
Pues bien, yo que soy un chico de ciencias, inteligente, guapo, masculino y sobre todo humilde, he decidido aplicar mis conocimientos del medio (que no son pocos) para buscar una explicación biológica de por qué no puedo con la tortilla de patata. Así que, comencé mi labor investigadora, por una casualidad de estas de la vida, como le ocurrió en su día a Newton cuándo le cayó la manzana y le inspiró la teoría de la ley de la gravedad. Le estaba yo preguntando por el embarazo de mi cuñada a mi madre, y las nauseas que la pobre está padeciendo. Entonces ella me contó que sus embarazos en ese sentido fueron regulares, que tanto en el embarazo mío como en el de mi hermano le pilló cierta intolerancia a la leche, y sobre todo a su olor, que era oler un poco e irse al retrete a vomitarlo todo. Siguió relatando "en el embarazo de tu hermano también le pillé manía a una pasta dentífrica en concreto de cierta marca, que jamás ha vuelto a utilizar", y añadió, "y en el tuyo no podía soportar la tortilla de patata, también su olor me hacía vomitar y eso que me encantaba".
¡Eureka! Pensé yo. Tenía la auténtica clave del por qué no me gusta la tortilla. Ella la ha vuelto a comer, y yo, llegado un día dejé de comerla. No sé si algún día recuperaré este gusto en el paladar, pero ahora solo me queda para implementar mi teoría que alguien, científico, biólogo, dietista, endocrino o lo que haga falta, consiga explicarme el punto de unión entre las cosas que una madre aborrece durante el embarazo y las consecuencias futuras en el feto. Eso si, mi madre no ha perdido ocasión de echarme a mi la culpa "¿Ves?, por tu culpa me quedé yo sin comer tortilla unos cuántos meses"
Yo tenía una compañera de estudios que tenía una mancha de nacimiento roja en el cuello y ella jura y perjura que es por un antojo de su madre mientras estaba embarazada, antojo de frambuesas. Misterios de la vida...
ResponderEliminarEs tal cual, no sé si habrá explicación científica, pero coinciden después estas cosas, conozco varios casos.
EliminarBicos ricos
Jajajaja bueno, yo entiendo muy bien, yo para comer soy muy exquisito y se que hay cosas que no como ni con amenazas de muerte! Sin embargo aquí tenemos algo parecido el pastel de papa, es una capa de papa cortado finamente y luego una capa de queso serrano salado (aprox dos o tres capas) coronado con un batido de huevo que lo hace ver soberbio!! Uuuf de solo describirlo ya me dio hambre jajajaja Es lo más cercano que tenemos a su tortilla. Al parecer encontraste con la causa de que no te guste.
ResponderEliminarUhm, yo creo que ese pastel vuestro de papas tampoco me lo comería... no deja de ser una tortilla de patata.... Entonces... eres otro exquisito como yo?
EliminarBicos ricos
Interesante teoría, aunque me da por pensar que si eso fuese cierto, no hubieses podido comerla de niňo. Es más, por lógica te tendría que haber resultado peor todavía. Yo intentaría recordar a ver si en algún momento de la infancia la comiste y te cayó mal, o que la asocies con alguna enfermedad o algún tipo de malestar que hayas tenido. Es que a mi me pasó ésto, de pequeňo me pillé una gastritis por una idigestión de castaňas asadas, y es hoy el día que con sólo olerlas me pongo malo, y mira que me gustaban....Tengo amigos a los que les ha hasado algo más o menos parecido con otras cosas. Es curioso pero los sabores y los olores tienen como un cierto poder evocador y se prestan a asociaciones extraňas, tanto para lo bueno como para lo malo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, sea por tu madre, o por algún oscuro momento del pasado, ya es mala leche que te pase eso, con lo buena que está... :-P
Abrazos
Ya, no te creas que no lo he pensado eso que dices de que tendría que haber sido desde nacimiento... quizá haya por ahí alguna teoría que yo no domino todavía que lo explique, porque lo demás es una super coincidencia... a ella en el embarazo no... a mi no... creo que tienes razón con lo del momento de la infancia... pero me niego a resistirme a mi teoría del embarazo.
EliminarBicos Ricos