Hubo en España un dúo musical en los años cuarenta y cincuenta formado por Pepe Blanco (no confundir con el ministro socialista absuelto por el caso Campeón) y su pareja artística y en la vida real, Carmen Morell, que tuvo que soportar la diferencia de salario por el machismo de la época y también las infidelidades de su pareja. Estos cantaban una canción que sonó y en ocasiones suena todavía ahora, un clásico de la copla española, "me debes un beso":
Hay... que me debes un beso... No te lo perdono
Me debes un beso... me lo cobraré...
No me exijas eso, que un beso se ofrece
Y si lo merece, te lo brindaré.
Me debes un beso... no puedes negarlo...
Si puedo pagarlo, te lo pagaré...
Así era la letra de esta canción que me ha venido al pensamiento en cuánto fui testigo, una de estas cosas que ves por el balcón e irrefrenablemente te inducen a hacer un post, una historia de un beso, algo aparentemente muy sencillo, para algunos, para otros, una quimera.
Salí yo al balcón, como suele ser habitual a tomar el aire, entre apuntes y esquemas de esta oposición que me está trayendo de cabeza, cuándo se abrió la puerta del edificio de enfrente. De ella salió una pareja, un chico muy mono y una chica guapa a la par que frágil. Advertir que ninguno produjo en mi un deseo irrefrenable de irme a la cama con ellos, pero me parecieron tan tiernos que no pude evitar soltar una lagrimilla. Lo admito, estoy sensible.
Iban a darse de la mano, al menos esa era la intención del chico nada más salir de casa, y sin embargo, llegaron un poco más allá. El chico agarró de la mano a su novia, la giró hacia si y le estampó un beso de película, como los que imitan los niños cuándo se creen que están enamorados. Un beso apasionado, largo, precioso. Me quedé embelesado mirándolos. Se me caía el ojo. Él agarró por la cabeza a la chica en un gesto cariñoso, mientras con la otra mano le acariciaba un brazo. Ella, se dejaba besar, y como en las películas, levantaba su pierna izquierda hacia atrás, ligeramente. Con su mano derecha intentaba apartar al chico. Fue un beso largo, precioso, como ya dije, de película. Ella estaba encantada, se le veía en su cara de enamorada, o no tanto de enamorada, de chica feliz por tener a un hombretón besándola.
Entonces me imaginé yo a mi mismo, en una situación hipotética, siendo besado por la persona a la que quiero, por esa persona que me hace estar tan a gusto, sentirme feliz. Me temblaban las piernas imaginándomelo. Intenté recordarme haciendo algo similar, siendo ese macho alfa que besa a su pareja. Busqué precedentes. Quizá los hubiese en alguna ocasión con mi Angelines, lo que no tengo muy claro quién era en esa ocasión el macho alfa, si ella o yo. Pensé en Billy, y ahí no encontré ninguna situación de beso romántico apasionado. Alguna si, quizá, más preámbulo de sexo que otra cosa, nada tan romántico como esto. Y luego pensé en D., al momento desistí en mi pensamiento, jamás me hubiera dado un beso al salir de casa a cuento de nada. Tampoco me habría dado la mano. Al principio se la habría dado yo, pero... descubrir que algo romántico tu pareja ni se lo plantea, te desmoraliza, y luego dejas de tener esos detalles.
Tras descartar a mis parejas anteriores, volví a la realidad, ella había conseguido zafarse del chico, y se atusaba el pelo, él se limpiaba ligeramente los labios, recientemente pintados por romántico. El beso había terminado saciando a la pareja de amor, ella satisfecha y contenta con su chico romántico, él seguro de haberle dado a ella lo que no se esperaba y tanto quería. ¿Y yo qué? ¿Cuándo?
Ya llegará, tú no te preocupes.
ResponderEliminarSi ejque donde esté un buen beso, que se quite todo lo demás.
Un abrazote.
No te preocupes que tu príncipe azul te estampará un beso mejor que ese :P.
ResponderEliminarUn abrazo chiquitín !!.
Pues con los besos! Creo que es la unica opcion aceptable para el robo!
ResponderEliminarRoba un beso Pimpf!!