Los Lunes día del Espectador: El Hobbit: La Desolación de Smaug

Si, como os había dicho he ido al cine durante las vacaciones, al cine cine, con la sala, sus gafas, las palomitas, bueno, palomitas no, que no son buenas para el colesterol con tanta sal y grasa, pero si en una cómoda butaca para tragarme los 168 minutos de película de la segunda parte de la entrega de El Hobbit, o el estirado Hobbit, como ya apuntan en llamarle algunos.

 

Y es que parece ser cierto eso que dicen de que una novela tan corta no debía haber tenido una saga tan larga en el cine, y quizá si debieron en su momento incluir en El Señor de los Anillos ciertas cosas que se saltaron, como uno de mis personajes favoritos del universo Tolkien, Tom Bombadill, si, que os preguntaréis qué por qué le tengo tanto cariño a un personaje tan insulso y poco productivo, que ni yo mismo tengo una explicación clara.

 

El caso es que ya os lo digo. A mi la película me ha gustado en general, y no soy de los que dicen que le sobra media hora de película. Tampoco soy de los que critican la aparición en esta película de Légolas, cuya presencia ha hilado muy bien el director neozelandés Peter Jackson. A mi lo que me ha sobrado realmente es el momento fantasmada, y que conste que soy consciente de que la película es fantástica de por si y con esa idea he ido ya al cine, con la misma que me he tragado los libros. Y cuándo me refiero al momento fantasmada me refiero a todo lo relacionado normalmente con los elfos, su forma de pelear, los elfos casi se deslizan al caminar pero en este caso hacen del arte de la guerra pura magia, o incluso ballet. Muy artificial, así os lo tengo que decir, y de ahí mi tirria particular a Légolas. No, chuchi, una cosa es pelear y luchar por la vida, por el futuro de la tierra media y qué se yo, y otra es fliparlo de más.

 

Lo que sí me ha impresionado, como ya esperaba es Smaug. A mi todo lo que rodea a los dragones de siempre me ha encantado, por eso estoy un poco enamorado de Canción de Hielo y Fuego, por eso me encantó en su día El Imperio del Fuego. Smaug no me ha defraudado. He escuchado a gente decir que no les ha gustado que el dragón hablase, pero chuchis, en el libro habla, así que han resuelto bastante bien la papeleta de hacer algo tan inverosimil. Smaug, la sala dónde el dragón dormía y todos los intentos por acabar con el dragón me han gustado mucho.

 

Y si, ya estoy esperando el desenlace final, ver cómo quedan unidas las dos películas (Hobbit y ESDLA) en un montón de detalles a imaginar que leyéndote El Hobbit ni se te pasan por la imaginación sobre lo que será el futuro. Estoy esperando ver ese cirio que montan los enanos una vez más, pero para eso tendremos que esperar otro año más, como ha reconocido ¿la Warner? Bueno, o quién sea, que quieren que pasemos las navidades en el cine.

 

Sobre el cine decir que es genial ir a un cine de provincias, porque el precio es mucho más barato y porque tienes este tipo de cosas como que la película empiece media hora más tarde porque no son capaces de ponerla bien en el reproductor.

 

¿Por qué verla? Pues porque te introduce en esa película que ya muchos hemos visto de El Señor de los Anillos; porque los efectos especiales, como siempre están a la altura. ¿Por qué no verla? Bueno, si no eres de cine fantástico o mundo Tolkien mejor pasando, si no quieres estar pegado a una butaca casi tres horas tampoco y si tienes hemorroides mucho menos, no vayamos a tener una desgracia. Pero tampoco le pilléis manía a la película sin verla, que sois muy dados a hacerlo  (como yo con Harry Potter).