Tenía ganas de leerme un clásicazo gayer, y me decidí claramente por Maurice, la obra de Edward Morgan Forster, un autor británico nacido a finales del siglo XIX y que fallecería en 1970. Maurice había sido escrita en 1913, y modificada en años sucesivos, pero que no sería publicada hasta después de la muerte del autor. Forster era homosexual, así os lo digo, y os lo anticipo, una armarizada, que no seré yo quién critique esto, pero no quiso que su obra sobre un tema tan peliagudo para la época que fue escrito fuese publicada en vida.
Forster ha publicado varias novelas conocidas, muchas de ellas llevadas al cine, títulos tan conocidos como Pasaje a la India, Una habitación con Vistas, Dónde los ángeles no se aventuran, Regreso a Howards End, o este clásico, Maurice. El interés por esta novela, por mi parte siempre ha existido, también os lo digo. Conozco la película desde muy jovencito, fue quizá la primera película que había visto que tratase el tema de la homosexualidad, la primera vez que vi a dos hombres besarse sin ningún pudor en un televisor. Una película que, obviamente vi solo, en la más estricta intimidad y que por aquel entonces me dejó con una cierta sensación de calentón. Estos días la he vuelto a ver y la sensación es distinta, he visto más la historia de amor, y la importancia de las clases medio-altas en la Inglaterra victoriana, o post victoriana.
Maurice trata sobre Maurice Hall, un joven de esa clase media-alta que abundaba en la Inglaterra de principios de siglo y que guarda muchos paralelismos con la vida del autor, vivía con su madre y sus hermanas y su padre había fallecido sin que él llegase a conocerlo, estudió en Cambridge y perteneció a un grupo de debate (al igual que el autor, dónde además conoció a J.M. Keynes el dios de la economía). En Cambridge conoce a Clive Durham, otro joven estudiante también pijotero, mayor que él con el que poco a poco comienza una relación sentimental, sexual y paradójicamente en muchas ocasiones platónica. Esta dura tres años, pero, tras estos momentos de felicidad, Clive decide que él ya no es gay y que esa relación debe terminar, que se casará próximamente. Maurice entra en una crisis depresiva brutal, un drama acuático que diría Raquel Revuelta, y va pasando el tiempo, comportándose como un estúpido snob, un finolis que no acepta su condición de homosexual (en una sociedad que tampoco ayuda para nada, y en un entorno prácticamente imposible) hasta que poco a poco intenta borrar de su mente su anterior e idílica relación con Clive. Pasando unos días en su casa conoce a un joven, Alec Scudder un guardabosques al servicio de Clive con el que comienza una nueva relación, porque esto de liarte con uno de una clase más baja siempre te pone muy burro, al menos literariamente. Y yastá. ¿Cómo termina este triángulo amoroso? Pues eso ya tenéis que averiguarlo leyendo, que yo soy muy espoileador y no es plan, aunque la novela lleva escrita 101 años, ya tendríais que haberla leído.
Pues bien, ya os digo que la novela fácil fácil no es, tiene miga, porque a mi este ambiente tan pijotero de gente que come en smoking o en frac, que tienen a criados a los que no les conocen ni los nombres, que ven a la clase obrera como inferiores y demás, me cuesta, ya os lo digo también, Pero lo que sí te da una buena imagen es de lo que significa el armario, no el armario como lo conocemos ahora, no, a lo bruto. Porque ahora uno tiene más fácil saber si es homosexual o no, pero en 1913 no era tan sencillo. Añadido a los problemas mentales que a uno le podía causar el sentir algo por otro hombre, se añadían los problemas jurídicos de tales relaciones, no estaba penado con la muerte, pero nadie te libraba de un chantaje, una cárcel o hundirte en el 1.0 con toda tu mierda de vida social. Porque esta gente otra cosa no, pero dinero a porrillo tenían, eran de los que jugaban al criquet, pero que muy conservadores. De estas cosas que hoy parecen nimiedades trata Maurice, pero son cosas que, en un primer momento todos hemos sentido ¿Qué me pasa? ¿Por qué soy distinto? ¿Qué he hecho mal? Y ya si mezclamos sentimientos religiosos mucho peor, porque además de todo eso, la condena al más caluroso infierno nos espera.
Pero Maurice también trata un triángulo amoroso, la espontaneidad de un Clive que bebe los vientos inicialmente por Maurice y que poco a poco decide ordenar su vida, al menos eso cree él, pensando que se había curado de la homosexualidad, luego está un Maurice muy reticente inicialmente pero que poco a poco va conociendo cada uno de esos "síntomas" que tiene, correspondiendo a Clive y enamorándose finalmente hasta las trancas, y lo de trancas no va con segundas. Poco a poco la sexualidad va pidiendo al cerebro de Maurice el papel que a todos nos toca en algún momento, y aquí vienen las dudas y los sentimientos de culpa, el intento por curarse, que lleva al protagonista a consultar a un médico de confianza e incluso a acudir a sesiones de hipnotismo o a suicidarse. Sin embargo, Maurice termina haciendo no lo que su cabeza le dicta, si no lo que su cuerpo, su polla y su corazón le piden, abriéndose literalmente a Alec, un joven de una clase social diferente. Y aquí es cuándo Forster aborda otro de los temas de la obra, las diferencias de clases sociales, como ahora hacen los culebrones mexicanos o venezolanos. Alec es algo insignificante para Maurice inicialmente, va poco a poco entrando en su vida, y el propio Alec también tiene sus recelos. Pero ¡ay! que no quiero descubrir nada. Pero la novela acaba... bien.... o mal... bueno, no digo más, a leerla.
Mmmm... interesante.
ResponderEliminarUn abrazo chiquitín !!.
Claro, tenías que tener la película vista al menos.
EliminarBicos ricos
El empleado le ponía brutote, ¿eh?
ResponderEliminarClaro, a quién no! Es que me imagino la lucha interna del propio Maurice.... pobre....
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Una interesante historia, aunque por alguna razón me da la impresión que ya la he visto, pero claro con otros géneros. Ósea me refiero a la pareja que se enamora, luego el tipo se da cuenta que no puede casarse con la chica pobre y la deja para estar con alguien de su “estatus” y bueno la pobre entra en crisis,… pero en fin, lo importante es leer! Que me ha despertado la curiosidad, yo aun no he leído nada con corte estrictamente gay.
ResponderEliminarClaro, Gary, es un drama acuático totalmente reconocible en otras historias, rico se enamora de pobre, claro que la salvedad aquí está en que es una relación entre dos hombres, eso por un lado, pero lo más importante es la retahíla de miedos que tiene Maurice internamente, por ser gayer.
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Me gusta ese nombre...Maurice.
ResponderEliminar¿Para ponerle a un hijo? No sé yo... dónde esté un Manuel de toda la vida....
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