jueves, 18 de julio de 2013

La Niña. La calefacción.

Ya lo anticipé en el post titulado "No puedo con... la niña". Efectivamente, la niña se ha convertido en mi mayor pesadilla desde tiempos inmemoriales, mi archienemiga en Madrid y ha hecho que pasasen a la historia aquellos compañeros que me robaban de la despensa mis latas de sardinas picantonas. Ella no, en ese sentido era honrada, jamás me ha faltado nada de la despensa. Por suerte para ella.
 
Primeros del mes de junio, las temperaturas máximas rondan los 25 grados y las mínimas entre 13 y 15, las máximas van en ligero aumento a medida que pasan los días. Llegamos al día 8, la máxima 28, y a mi que me empiezan a caer los goterones por mis abominables de tableta de chocolate lorzas. Salgo al balcón, a respirar aire más fresco y es que si, aunque parezca increíble hay más calor dentro de casa que fuera. Me dirijo a la cocina y ya escucho el sonido inconfundible de la caldera. La niña continuaba con la calefacción encendida. ¡En junio! Podría decir que la culpa fue de Gordi, por ponerle gastos incluidos en el alquiler, pero solo una mente enferma pondría la calefacción en junio por mucho que ya la hubiese pagado de antemano. ¡Un poco de cabeza!
 
Se me ocurrió la brillante idea de pensar que, si la niña tenía frío con 28 grados lo que tenía que hacer era apagar los radiadores, y así hice, cerré los radiadores de las zonas comunes y la de mi habitación. Problema solucionado. Claro qué, no todo iba a ser tan sencillo, pese a mi agudeza mental. Por debajo de las baldosas de mi habitación, en el subsuelo del piso, discurren los tubos de cobre que llevan el agua caliente desde la caldera, pasan por mi radiador y continúan hacia la habitación de la niña, quién a partir de ahora pasará a llamarse.... Jediondi (para los archienemigos). Pues esos tubos también me recalientan la habitación, que, ni que decir tiene, que al igual que la de Jediondi están soleadas durante todo el día.
 
Paso número dos, protestarle a Gordi, que él es el que tiene alquilado el piso, para que le ponga las pilas. Gordi apaga la caldera, sin más. Jediondi sale de su habitación y vuelve a conectarla, son las 10 de la noche, un calor casi infernal. Me levanto yo al rato, vuelvo a escuchar la caldera y la vuelvo a apagar. Discurre la noche con normalidad, no sé si guardar el nórdico o si dejarlo, opto por la segunda opción, aunque durmiendo ligero de ropa y por encima del mismo.
 
Me levanto para ir a trabajar, me aseo, desayuno y me voy. Jediondi acaba de levantarse no hace mucho, desayuna viendo Doraemon, cosas de esas edades del pavo, lo cual no quita que le tenga mucho cariño yo a Doraemon, aunque yo soy más de desayunar con las noticias. Salgo un rato de mi trabajo, y en mi fan de chico ahorrador, siguiendo los consejos de Angelillo, voy a mi casa a tomar el café de media mañana. Nada más entrar por la puerta me pega en toda la cara un calor mezclado con olor a piso cerrado. Maldita puerca. Voy hacia la caldera, que está sonando. La ha vuelto a poner, y es diez de junio, siguen las temperaturas altas. Cuando volví a casa, a la hora de comer, Gordi había vuelto a apagar la caldera una vez más.
 
Indignado dejo un comentario de bicha en mi Facebook, más indignación la mía con las respuestas, mis amigos dicen que le de calor, que es lo que la niña necesita, que me la beneficie, si tal. No señores, yo no necesito calor, puedo dar mucho, pero no quiero más calor. Lo siento por ella. Tampoco es que mi mayor ilusión fuese tirarme una tabla de planchar.
 
Pasan los días, pasan las horas, pasa la vida, y llegamos al día 10 de junio, la calefacción en ese juego continuo de yo la apago, tú la enciendes, y gana el que esté más tiempo en casa y más duerma. Pues bien. opto por mendigar y ponerle una nota en la caldera, pidiéndole que por favor no la encienda, que estoy medio deshidratado, con los labios resecos de ese calor asqueroso, que si quiere, puede abrigarse un poco más, dejar de llevar pantalones cortos y camisetas de tiras (que yo no tengo nada contra estas camisetas, muy al contrario). Ese día no la conecta.
 
Día 11 por la noche, a las diez la caldera está puesta otra vez, la apago, la enciende, la apago y la enciende. Son las 2 de la madrugada, la escucho levantarse una vez más para encender la calefacción. A los dos minutos, el que se levanta soy yo. Al abrir la puerta escucho. "¡Que no apagues la calefacción!" y yo le grito "¡Que no la enciendas, tarada!". Me quedo dormido, al día siguiente la calefacción estaba encendida y yo me levanto sudando.
 
Día 12. Se disparan las temperaturas, justo lo que yo estaba esperando. Nuestros radiadores apagados, solo puedo pensar "Jediondi, te vas a cagar". En cuánto ella se va a la universidad, yo enciendo la caldera, a bastante potencia, para que se le caliente bien la habitación y no se queje. Es mediodía, continuo con mi plan maquiavélico. Ella llega, entra en su habitación y debe notar algo de calorcillo, por lo que opta por abrir el balcón para ventilar, claro qué, lo que ella no sabe es que eso es una trampa mortal de calor. Abrir el balcón equivale a que la temperatura de tu habitación aumente probablemente hasta cerca de los 38 grados. Ahí es nada.
 
Día 13. La caldera por fin descansa.... el que no descansará esa noche seré yo....

7 comentarios:

  1. Si no hay nada como pensar. Pimpf 1, Jediondi 0.

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    1. Ya, no es que la niña no pensase, claro que yo tengo un plus... la edad.. y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo, era así el dicho, no?

      Bicos Ricos

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  2. Caray que antipática, yo sugeriría una buena encerada de las escaleras que ella usa, y bueno un poco de paciencia seguro que resbalara cuando menos lo piense! Y listo!! Jejeje

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    1. Gary, tú eres bastante maligno, por lo que veo, y si en un descuido de esos se resbala una de las rubis con la edad que tienen y esas caderas (aunque coquetas) tan frágiles....

      Bicos Ricos

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  3. Pues sí la niña quiere calor que se venga al levanté y se le quita toda la tontería.... Joder, qué obsesiva, no?... Candado a la caldera ya!!! Besotes.

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    1. No, si calor ya hacía en Madrid, y poco después nos pusimos en esas cifras astronómicas de los 37 y 38 grados... maníaca obsesiva, creo yo.

      Bicos ricos

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  4. que se haga ver la presión, no parece muy sano tener tanto frío.

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