No pretendo con este post hacer alarde de mi socialismo ni contar las excelencias de Rubalcaba como próximo candidato del PSOE, ni hacer repaso de las medidas tomadas por el gobierno para salir de la crisis, pero es que alguien ha puesto ya las bases para que la economía salga adelante antes de lo que todos pensábamos, y no es que se haya descubierto la panacea, pero ya vamos por el buen camino, y la solución ha sido más sencilla de lo que cabría esperar, bajar 30 céntimos el tabaco rubio.
Ayer llegué al estanco, recontando mis pequeñas monedas para juntar cuatro euros y deshacerme de esa molesta calderilla, pedí mi cajetilla de Chesterfield y pagué. La estanquera, desagradable como hay pocas puso cara extrañada y me dijo "¿qué me das? Son 3,70 €" a lo que le respondí "¿han bajado el tabaco?" y ella contestó secamente con un "si". Y salí de ese estanco con un subidón moral, que, lo que me llevó de tiempo entre el establecimiento tabacalero y mi trabajo, me lo pasé haciendo las cuentas de la lechera.
Pensé que la medida esta afortunada, sin saber quien la había puesto en práctica sería la solución perfecta a todos los males de la economía española, y quien sabe si la mundial. Bien, si por cada cajetilla me ahorro treinta céntimos, esto significa que suponiendo que consumiese una cajetilla al día, al mes me supondría un ahorro de 9 euros, que parecen insignificantes los treinta céntimos pero al mes es una cantidad nada despreciable, y en las antiguas pesetas supondrían 50 pesetas de ahorro diario. Con nueve euros, y mucho más desahogado a final de mes, podría invertir esta cantidad en renovar mi abono transporte, que aunque de un año para otro ha subido 1,60 euros esto no afectaría demasiado a mi maltrecho bolsillo tan dañado a raíz de los recortes de salario a empleados públicos. Invertir en transporte tiene dos vertientes, por un lado me supone una subvención en mi trabajo de cerca del 80% de lo invertido, y por otro lado es fomentar el transporte público y ahorro de energía, que imaginad si me moviese en taxi. Además de ese ahorro energético también tendríamos que tener en cuenta que podría ser un consumidor en el Xanadú, o en el centro comercial de Torrelodones o vaya usted a saber, en cualquier chino de Aluche, movilidad del dinero, a eso me refiero. Claro que, con tantas cuentas y tantos números apuré mi cigarrillo y encendí otro, al final del día resultó que fumé más de lo necesario y vuelta a reinvertir en otros 3,70 euros. Como diríamos en Galicia, en el cuento de la lechera, los cálculos "ao carallo".
Bien, esta bajada del precio del tabaco responde, supuestamente a la guerra de precios del tabaco que las grandes tabaqueras, Altadis y Phillip Morris vienen desarrollando de un tiempo para aquí, nada tiene que ver el Gobierno por el momento. Phillip Morris comenzó la batalla manteniendo el precio de algunas de sus marcas mientras Altadis las había subido, o algo similar, el orden de los factores no altera el producto. El caso es que los consumidores estábamos pagando a precio de oro, más si cabe tras la subida del IVA y del Impuesto sobre las Labores del Tabaco por algo que nos perjudica a los fumadores y beneficia a la sanidad pública del país, pero ese es ya otro tema. Claro que en el momento que una empresa tenía los precios excesivos por cada cajetilla, la otra ganaba en clientes por esa bajada de precios, así que la otra ha respondido con una bajada mayor... guerra pero bajando los precios. Detrás de estas guerras estratégicas se encuentran varias tácticas, la primera es intentar ahogar a las empresas tabaqueras de bajo coste, incapaces de asumir una lucha a la baja de precios, al obligar con la bajada, al Gobierno a que suba el impuesto sobre las labores del tabaco por la reducción en la recaudación del mismo. ¿Un lío no? Bueno, si no lo entendeis, haber estudiado economía, y si lo habeis entendido, podemos si quereis, fumarnos un cigarrito juntos para celebrarlo.
Bicos Ricos