lunes, 22 de septiembre de 2014

Los Lunes Día del Espectador. Carmina y Amén

He visto hace unos días, Carmina y Amén, o el costumbrismo realista de Paco León, así sea, y el resultado es bueno, aunque tampoco para tirar cohetes, aunque se le agradece un estilo un poco distinto en lo que es su cine.
 
Pues bien, Carmina y Amén continúa con la saga en la que Paco León pone delante de las cámaras a su madre y a su hermana, mostrando la vida en un barrio sevillano y mostrando a una Carmina que es buen reflejo de muchas mujeres andaluzas, así os lo digo. El guión es sencillo, comienza la película con el fallecimiento del marido de Carmina, y tras el disgusto inicial, la posibilidad de atrasar un par de días el anuncio del fallecimiento para poder cobrar la pensión de ese mes, para lo que no duda en dejar el cadáver de su marido un par de días en la misma silla en la que murió. Y mientras, pasan por la casa algunos vecinos, con sus cosas y sus historias, vuelve, como no podía ser menos, la amiga de la Reina Sofía, personaje de lo más peculiar de la primera parte. Sobre esta cotidianidad de los españoles va Carmina y Amén, sin necesidad de ciertas florituras, el humor y el drama de la vida misma.
 
Pero Paco León, según mi forma de ver tiene dos grandes pasiones, al igual que el protagonista de la novela de ayer, Jesús Simón, a su madre y al cine. A su madre, Paco le reserva un papelón, como se lo había reservado ya en la anterior, el de la sesentona que fuma demasiado, que está muy segura de si misma y que afronta los problemas según le van viniendo, sin obviar tampoco el de su hermana, que no está nada mal. Pero en cuánto al cine, León tiene en su mente cosas distintas a las vistas habitualmente, la mezcla de documental con el drama, o el drama mismo de la muerte, contado tal cuál es, sin demasiadas florituras, con esos momentos hilariantes que incluso se dan en estas situaciones. Sin embargo, para mi la película tiene dos puntazos, el viaje en moto de Carmina y el entierro del marido de Carmina. El primero por resultarme muy almodovariano, y el segundo por la genialidad con la que fue grabado, no sé si demasiado pretencioso, pero a fin de cuentas, precioso, por cómo se muestra la muerte en el momento más triste de nuestra existencia, por cómo reaccionamos el resto ante este momento de dolor, el de la última despedida, y así Paco León, con una cámara superlenta nos muestra escenas en el cementerio cómo no habíamos visto jamás, o mejor dicho, que todos habíamos visto siempre, pero mostradas a cámara lenta. Recoge la basura del cementerio, dónde reposan las coronas que se tiran a la basura, recoge los gestos de dolor de los familiares, los de falso dolor de algunos personajes más cercanos. Y sorprende, Paco León porque parece cómo si realmente estuviese grabando su propio entierro, y de cómo lo vería el mismo. Ya os digo, y eso que hace un pequeño cameo en ese momento, cómo si saliese del ataúd para comprobar cómo se ve la muerte desde fuera, como un simple observador, y en este momento tan delicado, no podemos dejar pasar la música, y ahí es dónde magistralmente aparece EspaldaMaceta con un temazo que no te dejará indiferente (y que ya colgaré en la sección de música), "Ahora que la mierda ya me llega hasta los ojos".
 
No se me va de la mente el mensaje crítico que también vuelve a tener Carmina y Amén, porque los comentarios hacia el año horrible de la monarquía española son patentes en la imagen de la vecina amiga de la reina, pero tampoco se olvida de dar una pequeña puñalada a los políticos, no en vano el periquito de Carmina se llama Bárcenas, ¿recordáis al señor de los sobres del PP?
 
Ignoro si Paco León habrá querido poner punto y final a sus películas sobre Carmina, porque aunque el final parece cerrado, tampoco sabemos bien si dará posibilidad de hacer algo más, o dejarlo ahí y no quemar demasiado el papel de su madre. Porque cómo bien dice en una escena "yo nunca miento, yo cuando digo una cosa se convierte en verdad".

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