Mary Jane Kelly

Si os digo Mary Jane Kelly, vuestros cerebros probablemente no emitan ninguna señal. Pero si os digo que soy un gafapasta multicultural que tengo por objetivo reactivar vuestras neuronas con una serie de conocimientos transversales y renacentísticos, probablemente salte de ahí alguna chispa, quizá la de la inquietud por saber quién fue nuestro personaje de hoy.

 

 Mary Jane Kelly fue la última de las víctimas canónicas de Jack el Destripador, así como os lo digo, y curiosamente, apareció muerta tal día como hoy pero en el año 1888, en el barrio de WhiteChapel en el Londres victoriano que hemos visto tantas veces en cine oscurecido y con niebla. Mary Jane Kelly había nacido alrededor de 1863 en Limerick, Irlanda. Cuando tenía 16 años se casó con un minero pero su matrimonio no duró más que unos meses, porque el marido falleció en un accidente laboral. La demora del seguro en pagar la póliza a la viuda llevó a esta a tener que prostituirse. Y comenzó su carrera de prostituta en Cardiff cuándo aún no tenía los 17 años. De Cardiff viajó a Londres para dedicarse a lo mismo aunque según había contado ella, había vivido muy bien esos primeros años por ser la mantenida de algún rico. De Londres viajó a Francia dónde estuvo poco tiempo y volvió otra vez a la capital, instalándose en el este de la ciudad. Realmente no vivía tan bien como contaba, alcohólica y sin dinero, tras ocurrir los primeros crímenes de prostitutas de WhiteChapel en el verano de 1888 decidió retirarse de esa vida y empezar una relación con Joseph Barnett, un empleado del mercado que ha sido el que ha aportado la mayor parte de los datos hasta ahora conocidos sobre esta quinta víctima de Jack.

 

A finales de octubre, las prostitutas del lugar empezaron a perder el miedo que tuvieran inicialmente, y volvieron a frecuentar lugares por dónde estaban antes. La necesidad de Mary Jane de conseguir dinero para pagar la habitación que tenía fue lo que le hizo salir de casa, adeudaba 1 libra y 9 chelines, que debía ser un pastón. Según los testimonios recogidos a testigos durante aquellos días, Mary Jane fue vista entrando y saliendo de su departamento con distintos hombres, en su mayoría jóvenes. La última persona en verla con vida, a excepción del asesino, fue un amigo suyo, un obrero llamado George Hutchinson, que declaró ver a Mary Jane con un hombre de aspecto respetable, muy elegantemente vestido que podría ser extranjero o incluso judío. Hutchinson tenía una coartada.

 

Aquel 9 de noviembre por la mañana era festivo en Londres, se celebraba el día del Mayor, que no de los abuelos, vamos, el día del alcalde, su casero envió a un hombre para que se acercase al departamento de Keyy para cobrarse su deuda, y éste, ante la falta de respuesta metió la mano por entre un cristal roto que le permitió mover la cortina que le tapaba la visión, y lo que allí vio le hizo pegar un grito de horror. No tardó en llegar la policía y la escena que se encontraron fue horrible (¿os pensábais que iba a decir dantesca?), el cadaver mutilado de la joven con su camisón todavía puesto, con una escisión en la parte izquierda del cuello y las orejas y la nariz cortadas, así como distintos cortes y piel de la cara que estaban sobre la mesilla de noche. Su estómago abierto en canal dejaba un charco de sangre en la cama, le habían quitado el hígado y otros órganos por allí esparcidos.

 

Mary Jane Kelly fue enterrada el 19 de noviembre de 1888 en el St. Patrick's Catholic Cemetery en Leytonstone, en la tumba 66 de la fila 66 de la parcela 10. Su asesino jamás fue encontrado, lo que se conoce como un crimen perfecto, o más bien, una investigación imperfecta. Fue la última de sus víctimas canónicas, aunque poco después aparecieron muertas otras prostitutas por la zona cuyos crímenes hubo quién defendió que se trataba también de víctimas de Jack el Destripador, o de algún imitador de éste.