Si la semana pasada os contaba cómo el conflicto por la independencia cubana en medio de la guerra Hispano-Estadounidense arrastró a parte de las últimas colonias en el Pacífico que todavía pertenecían a España, y terminó principalmente con la independencia de las Filipinas. Esta semana os desarrollo un poco más este apasionante tema que deja entrever lo gafapasta multicultural que puedo llegar a ser cuándo me lo propongo.
Filipinas es un país asiático formado por un archipiélago de 7109 islas, que fue descubierto por el marino portugués Fernandoo de Magallanes que reclamó las islas para España en 1521. No fue hasta 1565 cuándo los españoles comenzaron a colonizarla, formándose un país de indígenas, criollos y mestizos. Fue una colonia española hasta 1898 cuándo a raíz de las numerosas revueltas pidiendo la independencia y aprovechando la guerra hispano-estadounidense que terminó con la independencia de Cuba, hizo que en el tratado de paz de París de 1898, los Estados Unidos se hiciesen con las islas por 20 millones de dólares de la época cediéndole España a los americanos su dominio. Claro que una inversión de 20 millones de dólares no es para dar después la independencia a los filipinos, parece lógico. Y sin embargo, los Estados Unidos suscribieron en el mencionado tratado que las tropas estadounidenses abandonarían el archipiélago en el 1900.
Fue un 2 de febrero de 1900, tal día como hoy que los Estados Unidos no se cortaron un pelo y dieron a conocer sus planes para la administración de la isla, declarando que una retirada del país no sería posible y que los filipinos no estaban preparados para la independencia. Con un par. Pasó entonces el archipiélago definitivamente a manos estadounidenses. Los filipinos habían combatido con distintas revueltas al gobierno español solicitando la independencia, en esas llevaban varios años y los rebeldes contaron con el apoyo de los americanos que, desde un principio dijeron que se sumaban a su reivindicación para derrotar a los españoles y ayudarles en su independencia, y todo por el conflicto en Cuba. Incluso el presidente americano admitió que anexionarse Filipinas habría sido una auténtica ofensa. ¡Cómo son los políticos, que dicen una cosa y hacen otra!
Los filipinos se opusieron desde el principio a esta nueva ocupación, ellos habían declarado en junio de 1898 la independencia y no veían con buenos ojos a los americanos, ahora ya no. Y las tensiones fueron creciendo entre ambos países. El 4 de febrero de 1899 comenzó el conflicto que se llamaría filipino-estadounidense, un soldado filipino caería abatido por los disparos de otro americano al pasar por un puente, supuestamente propiedad de los americanos. Y se armó la de Dios es Cristo, como suele ocurrir. El primer presidente filipino fue detenido y arrestado domiciliarmente, el segundo presidente correría peor suerte, sería ahorcado en 1906 junto con otros insurrectos de las islas. El balance final del conflicto fue de 20.000 militares filipinos fallecidos frente a los 4.200 norteamericanos, las víctimas civiles sin embargo serían un número mucho más alto, alrededor del millón de personas, en lo que se dio a conocer como el genocidio filipino.
Terminado el conflicto Filipinas pasó a estar bajo el control total de los Estados Unidos. En 1935 pasaría a ser uno de los Estados Libres Asociados a los Estados Unidos. Claro que lo de libres fue algo meramente anecdótico. El resto de reclamaciones sobre la independencia del país se vieron truncadas por la Segunda Guerra Mundial. En este conflicto, las Filipinas serían invadidas por Japón, declarando una República Filipina que buscaba herir a los Estados Unidos y mantener la confianza de los filipinos, se produjeron durante estos años diversas masacer, entre otras, a la población española que todavía residía en la isla. Sin embargo, el 4 de julio de 1946, finalizado el conflicto mundial, liberados ya de los japoneses, los Estados Unidos concederían a Filipinas una independencia al menos nominal, más que real, pero a fin de cuentas, independencia. Comenzaría aquí una nueva historia para el país asiático, pero eso es cosa ya de otro post.
Lo que me ha llamado la atención de este país, es lo alejado que está de la filosofía española, por la distancia supongo, porque ha formado parte de España hasta no hace mucho, y no ocurre lo mismo con Cuba, con quién todavía se mantienen muchísimos lazos de unión. En Filipinas el idioma castellano fue utilizado hasta el primer cuarto del siglo XX como idioma oficial hasta que se impuso el inglés obligatoriamente. Muchos fueron los españoles que emigraron durante el siglo XIX a las islas, sobre todo vasco-navarros, quizá por la importancia de la Compañía Guipuzcoana. Un país alejado, exótico, con mucha influencia española y que para nosotros ha pasado prácticamente al olvido, quizá más por la vergüenza de la derrota con los americanos que por otra cosa.
Qué grande lo que nos ha traído Filipinas (hablo de la Preysler, claro).
ResponderEliminarOjo, también Junior, Shaila Dúrcal y Aute.
ResponderEliminarBicos ricos
Fascinante historia... y, Pimfito.. entre los últimos de Filipinas tenemos al Soldado Gregorio Catalán Valero, natural de Osa de la Vega (Cuenca)... para que veas hasta dónde llega el heroismo conquense... jajajaj!
ResponderEliminarY llevas razón... es una pena que un pais con tanta influencia española en su momento, esté casi desaparecido en nuestra memoria...
¿Ves? Pues el Señor Blas PIñar (que Dios lo tenga en la gloria) y yo (que a mi también me tenga en la gloria pero de distinta manera) teníamos algo en común, nuestro interés por recordar la influencia española en Filipinas, que no sé por qué las tenemos tan olvidadas y solo las recordamos por la Preissler.
EliminarBicos ricos