sábado, 23 de julio de 2011

El Campanero

Hace unos días fue festivo en mi pueblo, y además el cumpleaños de mi madre, momento que aproveché para felicitarla, y conociendo su ateismo, porque ella es de los que niegan la existencia de Dios y solo pisa la iglesia para, como no, celebraciones familiares y por cumplir; le pregunté si iría a la misa y a la procesión que organizan ese día. Tic tac tic tac. Esperaba su contestación más o menos graciosa, y me respondió, "a misa ni de loca, ya lo sabes, a la procesión, no lo sé, quizá como homenaje a Manolito, el campanero, que murió este año". Enseguida le pregunté cuando había sido y me dijo que hacía cosa de mes y medio.

Manolito el campanero era un señor mayor, obeso y con pocas luces que había dedicado su vida por entero a su mujer, su madre y a la sacristía de la parroquia del centro de mi pueblo. Manolito no aparentaba ni mucho menos los años que tenía, su cara rechoncha hacía que apenas tuviese una sola arruga, y pese a estar ya medio calvo tampoco tenía unas canas excesivas. Siempre con unos anchos pantalones acudía todas las mañanas a la iglesia a preparar todo. Cada vez que había una misa, Manolito subía al campanario, tocaba las campanas avisando a los fieles de las distintas misas que habían, tocaba los funerales que daba gusto escucharle si es que se puede utilizar esa expresión cuando en 15 minutos va a haber un funeral. Tenía preparados los atuendos del párroco en el gran cajón de la sacristía, debidamente ordenados y púlcramente limpios con el orden por el que el cura debía cogerlos para vestirse. El interior de la iglesia era para él como la habitación de un ciego, se movía por ella conociendo cada uno de sus rincones. No hacía labor ninguna de limpieza, custodiaba los petos o huchas donde los fieles dejaban las limosnas y lo hacía con muchísimo celo, viendo de reojo cada vez que los abría para recaudar los fondos. Se encargaba de dejar todo preparado para la eucaristía, los paños para limpiar, colocar el mantel sobre el altar, los cálices, las patenas, y demás enseres, así como el incensario que después de cada misa recogía con el mismo esmero con el que lo había colocado. Ese era Manolito, al que le gustaban los niños pero siempre de lejos, no le gustaba que estuviesen revoloteando por sus cosas, se podría decir que disfrutaba con su presencia pero sin mezclarse con ellos, siempre abroncándonos, y más si éramos monaguillos con ansias de robar el vino dulce.

Manolito, además de su iglesia, su madre y su esposa, las dos últimas fallecidas ya y la primera en decadencia, tenía otra pasión, la celebración del día de una santa oriunda del pueblo, allá por el siglo II d.c., siendo él por decisión propia y por devoción el que se encargaba de recaudar los fondos necesarios para que dicha tradición no se perdiese, anteriormente celebrándose una pequeña romería, los últimos años, desde donde yo tengo ya uso de razón, encargaba los fuegos artificiales para ese día, traía a varias bandas para que actuasen y se encargaba de que en la procesión, la más multitudinaria del pueblo custodiase a la santa siempre la Banda de la Brilat de Pontevedra, que hacían retumbar el pueblo con sus tambores. Yo no sé como ha sido este año esa fiesta, si ha recibido alguna ayuda por parte del ayuntamiento, o si alguien ha recogido su testigo. Tampoco sé si habrá alguien ahora que toque las campanas, o alguien que le prepare las cosas al sacerdote antes de oficiar.

Desde luego era un personaje en toda regla de mi pueblo y yo como homenaje también, no quería más que hacer un post para darlo a conocer porque lo que más me ha asombrado, es que no tenía ningún salario por parte de la iglesia y hacía todas estas cosas por devoción. Hoy en mi pueblo, realmente ya no sé por quién doblan las campanas ni si estas doblan.

3 comentarios:

  1. wow! Bueno maolito finalmente esta con quienes quiere (si es que existe el mas alla claro esta!) Que peculiar personaje, nunca he conocido a alguien asi.

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  2. Cada pueblo tiene estos personajes célebres que se entregan a veces sin recibir más que gratitud a cambio. Recordé a un barrendero de Villa conejos, que cuando era pequeño apenas tenía algunos dientes y problemas de habla (aparte de los que produce el alcohol jeje), por lo que cuando se acercaba a saludarme, yo no le entendía y me asustaba al punto de llorar. Nos sabía que tu madre no es creyente, ¡genial!, nos llevaríamos súper, mira que con la mía siempre choco por lo mismo¬¬, cariños Pimpf.

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  3. Gary, claro, suponiendo que existiese el mas allá ese en el que yo no creo personalmente...

    G-boy, bueno, ves, siempre es bueno recordar a esta gente con algún post de mención, en mi pueblo siempre han habido varios personajes, unos cuantos, a cada cual más curioso.

    Bicos Ricos

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