Otra de las consecuencias funestas de ese robo que he sufrido el pasado fin de semana y que me ha alterado emocionalmente en todos los sentidos ha sido la sustracción de una cartera de piel, de las baratas, eso si, que tenía miles de años y que guardaba dentro además de alguna que otra tarjeta más obsoleta que un IBM de pantalla verde, mi preciado carnet de conducir al que le faltan algunos puntos por alguna maniobra extraña del pasado.
El carnet de conducir era de los rosas, de esos antiguos de cartulina, una auténtica reliquia de la administración, casi tan obsoleta como el resto de objetos de dicha cartera, y que fue expedido en la Jefatura de Tráfico de Vigo a escasos días (una semana) de lanzarse definitivamente los carnetes electrónicos nuevos. Así pues, ese carnet que vencía en 2015 ha vencido definitivamente en el día de hoy, ya que me he ido a renovarlo en cuanto me he dado cuenta del robo.
La Jefatura Provincial de Tráfico en Madrid está a tomar por culo, hablando en plata, en Arturo Soria, a no sé cuantas paradas de metro de donde yo trabajo, por eso he ido a primera hora del día, y se divide en un par de edificios. En cualquiera de los edificios hay movimiento todo el día, bien sea por pagos de multas, renovaciones de carnetes, exámenes de conducir o vaya usted a saber qué. El caso es que el sitio me ha parecido grandísimo, y el personal de todo tipo. Claro, como en toda administración están los dinosaurios. Perdón, como en toda administración no, donde yo trabajo solamente hay dinosaurios, viejos funcionarios cuya media de edad ronda los 53 años, siendo benevolente. Tráfico es otra cosa. En el primer edificio en el que entré me atendió un joven guapísimo, con su identificación, y su labor era sencillamente esa, la de redirigir a los clientes asustados que en esas dependencias llenas de cintas, marcadores numéricos para avisar a la gente de su turno, y mostradores, y las previsibles tasas a pagar, que nos acercábamos por allí.
A un par de metros una chica muy mona también, y muy arregladita, pegada a un ordenador enseñando a la gente como funciona eso que llaman "la administración electrónica" y los trámites que se pueden seguir con el nuevo DNI electrónico o sin él, todo trámites a través de internet. Si, muchas ventajas, cari, las que tu quieras, pero no hay como ir en persona, y pese a perder casi toda la mañana, que te atienda gente tan cuca, que parecieran salidos de un escaparate realístico de Springfield, o de Diesel. Tras seguir los pasos que me indicaron, fui al edificio que me correspondía, mostrador que me tocaba también, pagué mi tasa por duplicado de carnet por robo, como me habían informado por teléfono, portando conmigo una foto de tamaño carnet. Y la funcionaria que me toca resuelve "¿Trae Vd. la denuncia de robo?". Tic Tac Tic Tac. Comienzo a ponerme tenso nada más sentarme en mi mesa 81 turno C106. "¿Denuncia de robo? A mi nadie me ha dicho nada de traer ninguna denuncia de robo, me ha costado la tasa igual que si perdiese el carnet o si lo quisiera duplicar porque me sale de las pelotas, así que no creo que haga falta una denuncia de robo alguna, si quiere marque en el impreso cualquier otra situación, que a mi me da lo mismo, ya me han cobrado y tampoco me van a encontrar el carnet de conducir". La funcionaria, con cara de asesina como reza la canción de Alaska y Dinarama supongo que me comprendió, o pasó olímpicamente de mi, y marcó en el impreso una pérdida y me dió otro para que prestase una declaración jurada de haber extraviado el carnet, y siguió los trámites, luego, suavizó y comenzamos a hablar de aquella reliquia de carnet rosa que todavía tenía. A los dos minutos tenía ya mi carnet provisional en cartulina, sin foto ni nada pero que me permite disfrutar de eso que llaman conducir, y que yo considero, estar en riesgo de cualquier tipo de multa.
Y me bajé a tomar un café, a un precio realmente reducido, porque estas cafeterías en centros administrativos suelen ser concesiones con precios bastante reducidos. A Dios gracias. Y allí con mi café y mi tostada, leyendo el periódico pude ver a otro joven funcionario tomándose un café tranquilamente con un dinosaurio compañero, un jovencísimo funcionario y guapo, masculino y con unos ojazos, y zapatos super horteras. Otro más allá que no sé si funcionario o que estaba allí por las mismas razones que yo, o cualquier otra, otro hombretón. No sé, y yo estaba contento con mi trabajo, pero lo que es alegrar la vista... lo justo, por eso, yo me cambio a Tráfico, que lo sepais.
Al menos se te habrá pasado un poco el disgusto del robo no?
ResponderEliminarBiquiños con mel.
Por lo visto, Pimpf, el robo ha sido más grande de lo que al principio nos relataste,pues con cada nuevo post nos cuentas de un nuevo objeto perdido.
ResponderEliminarBueno, amigo, nada se hace con llorar, así que adelante, con la frente en alto, a buscar la manera de remplazar poco a poco las cosas por muy duro que parezca.
Abrazos.
Pero con tu relato has confirmado otra leyenda urbana dinosaúrica, jejejeje, ¡los funcionarios se pasan el día desayunando! jejejeje... Compréndelo es que me lo has puesto a huevo, como se suele decir en Andalucía
ResponderEliminarla mitad de donde trabajo, son dinosaurios, la otra mitad si son jovenes de 30 pa' bajo. Muy pocos salvables excepto yo cllaro :)
ResponderEliminar¿Lo ves como en el fondo es bueno que te hayan robado la cartera? Has desterrado esa inmensa sábana rosa que abultaba como si llevases la España y encima has disfrutado de la contemplación de una nueva hornada de funcionarios. ¿A qué esperas para perder el carnet de nuevo? ;)
ResponderEliminarUn beso (con permuta)
Christian, no se me va de la cabeza, que va.
ResponderEliminarAntony, creo que ya, que tampoco hay mucho más que robar, pensaba que se habían llevado un pendrive, pero lo tenía yo por ahí en alguna estantería.
Observatorio, vamos, que como personas humanas, todos tenemos derecho a ese descansillo de cerca de media hora... claro que los funcionarios lo aproximamos por arriba.
Doomsday, vamos, tú como yo, la excepción. Donde trabajo hay poquísima gente joven, aunque entre ellos, algún que otro gay.
Parmenio, era el valor sentimental de la reliquia, como le relaté a la funcionaria asesina. Sigo con mis cálculos.
Bicos Ricos
Ainsss me estoy enterando ahora de que te robaron...bueno yo el hacer las cosas por internet hay algunas que vale pero para otras prefiero ir y hacerlas en persona etc que además sino luego soy experto en liarla o que se me pete la conexión o cosas raras xD Y total eso de perder la mañana haciendo alguna cosa de estas siempre viene bien para echarte unas risas,ponerte de mala leche y desahogarte con el primero que ves y cosas de esas..vamos emociones varias jajajaja
ResponderEliminarMe he imaginado esa mirada tan bonita que te dedicaría la funcionaria jaja pero pa mi que fue más que nada porque le jodiste el mandarte a por ella y/o venir otro día jaja
Un besote galleguiño!^^
He tenido que ir unas cuantas veces a los dos edificios que comentas de tráfico (incluida también una vez por robo y otra por estafa) y la verdad es que muchos de los funcionarios que están de cara al público parecen sacados de algún casting para la tele.
ResponderEliminarPor cierto, por más veces que voy, nunca sé a cuál de los dos edificios hay que ir para cada cosa. Siempre voy directo al que no es.
Un beso!!
El Principito, pues si, me echó una mirada de esas que matan por encima de las gafas... que dije yo... vamos... encima de apaleado, puteado? Ni de coña. Espero verte más, y más a menudo, que golfeas tú mucho me parece a mi.
ResponderEliminarErbitxin, si, yo también me metí en el edificio que no era, jejeje, pero por querer ir de listo, pero para estas cosas se supone que tienen a esos chicos monos... y yo, luego sin dudarlo fui a preguntarle a él por donde ir...
Bicos Ricos
Al menos te alegraste la vida, porque ir a estos lares es armarse de una paciencia infinita, con la cantidad de gente que hay allí. Yo estuve una vez y me pase una mañana entera para poder resolver el problema.
ResponderEliminarAsí que dejaras ahora el carnete Rosa? ooohhh que pena, con la ilusión que hace la sabanita, jajaj
Un beso