La maleta hecha

Y llega el esperado puente en el que me había prometido una y otra vez que no volvería a Galicia hasta las navidades, desde aquel abandono al que me sometieron mis amigos y mi familia en general, para que no pueda aguantarme y volver a casa, que esta vez me lo han pedido por activa y por pasiva. Mi visita está ya anunciada y me espera una tarta que, según palabras textuales de mi madre "es complicadísima, así que, avísame si la quieres el sábado o el viernes, porque le vas a llevar un pedazo a tus amigos". Claro, como si no la conociese yo, que lo que quiere es presumir de tarta, y yo encantado, que normalmente soy de poco ofrecer en mi cumpleaños, más que mi agradable presencia, que no es poco.

Así que me he pasado parte de la semana cerrando mi agenda cultural y social, con el fin de poder ilustraros en algún que otro post de gafapasta multidisciplinar, he afinado la cámara de fotos, por eso de que si el temporal amaina un poco y da paso a cielos con extrañas formaciones nubosas pueden salir fotos bonitas y puede incluso que todo ello incluya una mini excursión. Todo cuestión de plantearlo todavía. Planes, planes y más planes, dos cenas confirmadas, una con los amigos y otra con los compañeros del partido en lo que podría ser una noche de auténtico terror, Halloween, claro. Aunque yo no soy de disfrazarme, pero para sembrar el pánico entre militantes siempre podría ir disfrazado de Rajoy, o para aterrorizar a los niños, si es que fuesen por ahí a pedir caramelos, pues no es tradición todavía en España, de Esperanza Aguirre, o de extrema derecha, para asustar a cualquiera.

También me he propuesto recuperar mis botas para la lluvia, allí está cayendo más de lo imaginable. Se ha pasado de una etapa de siete meses de auténtica sequía para lo que es aquella zona, a una semana de aguaceros sin con precedentes que han inundado varios pueblos de la comarca, se ve que no se ha aprendido la lección y los deberes no los han hecho, pero eso es una cuestión de estas políticas que a mi no me gusta abordar en este blog, al igual que hago con mi vida privada, y con esto no os descubro nada nuevo. Porque, según dice un primo mío, hay dos días del año que en nuestro pueblo siempre llueve, el viernes santo y el día de todos los santos, claro, así que espero poder contaros algo de esta fecha tan mágica y tradicional en Galicia.

Se han interesado por mi visita a Galicia un par de pequemascotas de esas que tengo, pequemascotas son jóvenes amigos gays, en muchos casos antiguos follamigos, como así los bautizó en su día, y digo jóvenes porque apenas llegan a 25 años cada uno, aunque, las últimas veces les he dicho que atesoran ya tanta experiencia que el título de peques se lo voy a tener que ir retirando. Quizá sí sea buen momento para sacar de paseo la cámara con alguno de ellos muy aficcionado a la fotografía. Nada sexual, no os vayáis a pensar, que a mi ya se me ha pasado esa fiebre.

Y ya, que cuatro días no dan para mucho más. Espero venir cargado de posts y que vosotros los leáis.