martes, 4 de octubre de 2011

La otra fábula de la cigarra y la hormiga

Zowi, ese bloguero que ha revolucionado nuestra pequeña blogosfera en tan solo unos meses que lleva con nosotros, me ha traído a la mente el post de hoy al mencionar la fábula de la cigarra y la hormiga, añadiendo que él siempre quería ser la hormiga. Yo soy sin embargo la cigarra, por lo que se ve.

La fábula es original de Esopo, ese señor griego que disfrutaba sacando moralejas de historias de animales, no se imaginaba él que unos cientos de años después, La Fontaine le daría una pequeña vuelta de tuerca a su fábula y la hormiga dejaría de ser ese ser caritativo pasando a convertirse en un animal egoísta al que poco le importa la cigarra. Samaniego también haría lo propio con la misma fábula, pero esta vez en verso. Yo no soy muy dado a los versos, aunque alguna vez lo he intentado, pero a darle la vuelta a las cosas si.

Érase una vez una cigarra que se pasaba el año rascando los huevos, como dios manda, una cigarra que había estudiado mucho para conseguir un trabajo estable con el que disfrutar lo que tiempo atrás no había podido hacer, un salario decente y mucho tiempo libre con el que resarcirse de muchos años trabajando mañana, tarde y noche, contratos sin jornadas de descanso, examen tras examen, atrás quedaban sus épocas de tres empleos a la vez, la cigarra quiso por lo tanto dedicarse más a la guitarra, disfrutar un poco la vida y en esas estaba tumbada en una hoja de parra cuando se encontró a la hormiga. La hormiga iba y venía todo el día, era un no parar, palo seco arriba, grano de trigo abajo, hoja de arbusto y todo al hormiguero, ya llegarían tiempos difíciles pensaba ella. Muy atareada, la hormiga saludaba a la cigarra a su paso.

- ¿Por qué trabajas tanto hormiga? - le preguntó la cigarra.
- El invierno es largo y duro.
- Descansa y tómate una cervecita conmigo, estás sudando - le sugirió la cigarra.
- No puedo, tengo que llevar más provisiones al hormiguero, quizá, cuando termine de hacer los viajes que me quedan hoy saque tiempo para estar un ratito contigo - respondió la hormiga sacudiéndose el sudor de las antenas.
- No sé por qué trabajas tanto, hormiga, tienes ya el hormiguero lleno, disfruta el verano - contestó aburrida la cigarra mientras seguía tocando la guitarra.
- Nunca se sabe, cigarra, si quieres puedes echarme una mano.

La cigarra no dudó en ayudarla en lo que podía, más la hormiga pareció no darse cuenta.

Llegó el duro invierno y como era de esperar, porque en la versión de siempre, la cigarra lo pasa fatal, llegó el invierno y nuestra cigarra se vio sin nada que llevarse a la boca. Se acercó la cigarra al hormiguero y por una pequeña rendija pudo ver como la hormiga movía el alimento de un lugar a otro, siempre sin descanso, tenía el hormiguero a todo lujo, hasta con puertecitas entre cada una de las salas. La cigarra se extrañó de no ver a ninguna hormiga más en el hormiguero. Estaba sola, todo ese tiempo no había tenido oportunidad de disfrutar de sus lujos. Aún así, la cigarra llamó a su puerta, para saludarla, para tocarle alguna canción.
- Hace frío - le comentó la hormiga - pasa.
- Veo que tienes el hormiguero totalmente amueblado, no te falta lujo ni detalle, chica, trabajas mucho hormiga, aunque flaca y no tienes con quién disfrutarla.
- Ni falta que me hace, todo esto lo tengo mientras tú te has estado rascando las patas traseras todo el verano, que digo todo el verano, todo el año.
- Pues nada, tú  misma te lo guises y te lo comas, para que me digas lo mucho que tú haces y lo poco que hago, estoy, ya necesitarás una canción.

Y ya está, colorín colorado, esta fábula se ha acabado. Bueno, las fábulas dicen que tienen que tener moraleja para ser fábulas, como las parábolas. En verdad en verdad os digo que a mi esto de currar me parece genial pero no saber disfrutar de la vida me parece malísimo, y no saber disfrutar de lo que uno tiene me parece peor, y no saber valorar lo que se tiene, peor todavía. Yo que me quede como estoy, pasito a pasito (esa es la fábula de la liebre y la tortuga) que ya me llegará, y mientras, a vivir que son dos días y es que nuestra hormiga era tan rica tan rica, que solo tenía dinero, bueno, dinero y chispa.

Bicos Ricos

11 comentarios:

  1. Hombre, es que eres bastante vago pero al menos lo reconoces, lo que es un punto a tu favor.

    ResponderEliminar
  2. Leí esa fabula cuando niño, pero yo preferiría ser un oso hormiguero.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Pues sí, a mi lo que me causa contradicción es esa gente que trabaja, trabaja, trabaja y gana muy bien, pero jamás lo disfrutan... mi padre es así y QUE SE JODAAA :-@ jajajaja... cariños Pimpf.

    ResponderEliminar
  4. HAHAHAHAHAHAHA! Me encanta tu reinterpretación, con moraleja y todo! Tenia puertecitas y todo el hormiguero.. QUE GRAN LUJO! hahaha!
    Yo siempre quise ser la sirenita por que me gustaba su príncipe! HAHAH!

    ResponderEliminar
  5. Ehhh. Ah. Sí.

    Yo lo de que queria ser hormiga lo decia para poder corretear libremente por esos slips blancos del muchachote de la foto de arriba.

    En todo caso yo en mi vida no he sido no cigarra ni hormiga. simplemente he sido un imbécil.

    Hoy ha sido impsible comentarte antes, esto es una puta mierda. Joder.

    Besos y agur

    ResponderEliminar
  6. Que razón tienes... se trabaja para vivir, decentemente, y poco más, y para ser felices, cada cual con lo que se conforme, pero nunca, nunca, deberíamos vivir para trabajar, hay muchas cosas buenas bajo el sol para perdérselas...

    ResponderEliminar
  7. Christian, bueno, yo de mi siempre lo he dicho, lo que no consiento es que lo digan otras personas por mi.

    Antony, para zamparte las hormigas? Algo parecido dijo Zowi.

    G-boy, los hay, los hay que se amargan mucho trabajando y no voy a dar ejemplos.

    Jimbissimo, es que, los hormigueros no suelen tener puertas, pero vamos... que trucha te ha quedado eso del príncipe.

    Zowi, me pareció rarísimo que en toda la mañana no tuviese ningún comentario, y más con un post tan elaborado, jajaja, bueno, hay mañanas de estas raras...

    Observatorio, se trata de trabajar para vivir y no de vivir para trabajar, en su justa medida.

    Bicos Ricos

    ResponderEliminar
  8. Yo la diferencia entre trabajo y vida la he tenido siempre muy clara. He tenido la oportunidad de trabajos mejores pero en los que hipotecaba mi vida con jornadas interminables pero las he rechazado. Alguno me ha dicho que eso es falta de ambición. Yo le he respondido que no necesito un mausoleo de oro.

    Un beso (en la moraleja)

    ResponderEliminar
  9. Es que a mi, pasar por este mundo sin haber sido feliz me costaría lo mío. Que conste que sin dinero tampoco uno es feliz, pero por lo menos va tirando y le encuentras a pequeñas cosas un gran placer.

    Bicos Ricos

    ResponderEliminar
  10. Que apañao, aunque a mi me da que tu eres más hormiga que cigarra, porque si que te has hecho con tu despensa, si que te has forjado una carrera y ahora la estas disfrutando, mientras muchos que se han pasado toda su vida tocandose los huevos, y siguen tocandoselos, sin oficio ni beneficio, al final se encontraran más solos que la una, sin amigos, sin compañeros de trabajo, solamente personas a las que ir chupando un poco de aquí, otro de allí e intentar vivir la vida aprovechandose de los demas.

    Casi mejor ser una hormiga sociable, que una cigarra fiestera y vaga.

    Un beso

    ResponderEliminar
  11. Bah, en su día fui hormiga pero no tan hormiga... como dice La Buscona una hormigarra, y como le he dicho yo, una cigarramiga, o algo así, porque he disfrutado siempre que he podido, hasta en los momentos en que no podía con los mismísimos, pero es que yo soy muy fiestero, no sé si lo había comentado ya en el blog.

    Bicos Ricos

    ResponderEliminar