Casas Viejas

Yo todavía no había nacido, pero mi abuelo tenía seis días de vida cuando ocurrieron aquellos hechos, que sin comerlo ni beberlo marcaron parte de la historia de nuestro país en los últimos años. Mi abuelo no me lo ha contado, imposible, aunque él otra cosa no, pero memoria histórica, memoria histórica mil, claro que todas las historias que él me cuenta nunca tienen que ver con política, suelen ser historias humanas, pero yo el suceso de Casas Viejas no sé si enmarcarlo como una historia dentro de la historia de España, o como una historia humana con repercusiones no esperadas.

 

Casas Viejas era una pequeña aldea en la provincia de Cádiz, actual ayuntamiento de Benalup (si, un nombre muy pop), dónde se ocasionaron unos sucesos que terminarían precisamente tal día como hoy, un 13 de enero pero que como consecuencia, traerían la caída del gobierno socialista de Manuel Azaña, comenzando a debilitar a una ya débil Segunda República española.

 

Tras varios intentos fallidos de hacer una huelga general, grupos anarquistas decidieron que a primeros de enero de 1933 se debían hacer distintas acciones llamativas para que no se diese una república aburguesada, se originaron revueltas en distintos lugares de España, actos vandálicos y reivindicativos de distinto tipo. En algunos lugares falleció algún Guardia Civil. Una de las zonas dónde se preveían levantamientos era la provincia de Cádiz, a dónde fueron enviados destacamentos del cuerpo militar español. Un aviso, el 10 de enero de 1933 anunciaba que las líneas telefónicas de la población de Casas Viejas habían sido cortadas. Efectivamente, un grupo de campesinos insurrectos afiliados a la CNT provocaban distubios, terminando por rodear el cuartel de Casas Viejas armados. Se produjo un intercambio de disparos que terminó con el fallecimiento días después del sargento y otro de los cuatro guardias civiles que allí estaban. Pronto llegó un grupo de doce guardias y un sargento que liberaron a sus compañeros retenidos. Otro grupo de fuerzas del orden público se les unió, con cuatro guardias civiles más y 12 guardias de asalto, deteniendo a los sublevados que tras ser torturados no tardaron en acusar a dos hijos y al yerno de Francisco Cruz Gutierrez, un carbonero apodado "Seisdedos".

 

Las fuerzas del orden público rodearon la pequeña barraca en la que residía la familia, e intentaron forzar la pueta de aquella vivienda de piedra y barro. Con el intento de forzar la puerta, los que estaban dentro de la casa comenzaron a disparar. Se produjo en este nuevo forcejeo con las fuerzas de órden público que causó la muerte de otro de los guardias de asalto. Finalmente un nuevo grupo se unió, con 40 guardias de asalto (aunque hay fuentes que dicen 90). Comenzaron abriendo fuego sin piedad a todo el que atacase a sus tropas. Dispararon con ametralladoras y prendieron fuego a la vivienda. Una pareja que salía de dentro huyendo del fuego fue acribillada a tiros y seis personas más aparecieron carbonizadas entre las cenizas, entre ellos Seisdedos, sus hijos y una nuera. Solamente salió con vida de aquella casa una nieta de Seisdedos, María Silva Cruz con un niño en brazos, a María la llamaban La Libertaria.

 

El silencio sobre los sucesos se convirtió en un arma de doble filo para el gobierno socialista de Azaña, éste recibía críticas de la izquierda por la actuación de las fuerzas del órden y también de la derecha, que recriminaban las actitudes anarquistas que Azaña permitía en España. Se creó una comisión parlamentaria que estudiase los sucesos. El paripé de siempre. Todos fueron culpables, todos excepto el gobierno. Azaña salía de rositas de este asunto. Los mandos de las fuerzas del orden fueron sentenciados, en algunos casos ejecutados por unos cuántos homicidios, entre otros por algunos fusilamientos que en el motín se produjeron sin justicia de por medio. Por otra parte, los insurrectos también fueron sentenciados a distintas penas de prisión por posesión de armas y resistencia al orden público. Azaña, dimitía a los pocos meses, comenzando así la inestabilidad política de la Segunda República que terminaría, tres años más tarde en una brutal guerra civil.

 

En la actualidad, el ayuntamiento de Benalup concedió una licencia para la creación en la zona de los hechos, de un hotel que pretendían se llamase La Libertaria, tras las quejas de algunos vecinos, decidieron llamarlo Utopía.