Todo comenzó en tiempos del papado de Juan Pablo II, el embajador de Dios en la tierra pedía perdón por los pecados de los hijos de la iglesia católica, entre ellos por hacerse retractar a Galileo por sus excéntricas teorías sobre el movimiento alrededor del sol de la tierra o por los desmanes de los católicos españoles en la conquista de América. Su ejemplo era seguido por su sucesor, Benedicto XVI, pidiendo perdón por los abusos sexuales que miembros de la iglesia habían cometido contra menores, centrándose en los obispos irlandeses y algunos otros de Estados Unidos.
Por el medio, Bill Clinton, a la sazón, presidente de los Estados Unidos pedía perdón por mantener relaciones sexuales con su becaria, la famosa Lewinski en el despacho oval, y todo por librarse de una acusación de perjurio. Así pues, por primera vez un presidente de los Estados Unidos pedía perdón por una chuminada, nunca mejor dicho.
Pero bajando de nivel, en lo político y en España, el siguiente que pidió perdón y no hace mucho ha sido el rey de España, Juan Carlos I, pidiendo perdón por habérse ido de cacería con su amante a Botswana, y todo a raíz de una caída que le dejaba lesionado una vez más de la cadera, y todos recordamos aquellas palabras mágicas que apaciguaron el ánimo de muchos con aquello de "lo siento mucho, me he equivocado y no se va a volver a repetir".
Y volvemos a bajar a niveles políticos de cortaypega, en este caso a Madrid. Primero fue la actual alcaldesa, la esposa de José María Aznar, que pedía perdón un mes después de que ocurriese la tragedia del Madrid Arena en la que fallecían cinco jóvenes en una avalancha, todo tras haberse apresurado a decir que el aforo era correcto, y la situación también, y poco menos que venir a decir que los jóvenes que escuchan música electrónica eran unos auténticos bárbaros. Quizá esto último lo pensó y no se atrevió a decirlo ella directamente. Pero tuvo que pedir perdón. ¿Por qué? En esas estamos. Y como estamos en esas, el siguiente en pedir disculpas fue el vicealcalde de la Real Villa de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, dos meses después de la ya mencionada tragedia del Madrid Arena. En este caso las disculpas vienen acompañadas de una dimisión, una dimisión que por otra parte ya había sido pedida al día siguiente de que ocurriesen los hechos de marras, y ha llegado, aunque tarde pero ha llegado, aunque seguimos preguntándonos ¿Por qué? Bueno, ellos sabrán todo lo que esconden y que mueve a alguien que está totalmente limpio en todo este asunto termine por abandonar su cargo. A mi por el momento me parece bien que lo haga, pero quiero que esto no quede aquí.
Finalmente llegamos ya a un caso más rocambolesco si cabe que todos los perdones que hemos relatado. El caso de la financiación ilegal de Unió del caso Pallarols, recordando aquellas palabras de Antoni Durán i Lleida tiempo ha en que decía que "si hubiera financiación irregular en Unió, yo debería pedir perdón" y que añadía "si esto fuese así también debería dimitir". La última frase es más o menos. Pero se ve que la clase política española aprende pronto de Mariano Rajoy, y que se lleva aquello de dónde dije digo, digo Diego, y todo aquello que dijo en su momento, por arte de birlibirloque desaparece de la realidad, es decir, lo que os prometí, tururú. Entonces tras reconocer Unió ante la justicia española que Unió se había financiado de forma ilegal (y todo para evitar que miembros de su partido o colaboradores fuesen a la carcel), pues va Durán i Lleida y no dimite, pero es que encima el muy descarado no pide ni perdón. Que un partido se financie de forma ilegal no es una novedad en España, es un deporte nacional en el que han caído todos los partidos, pero que tras reconocerlo no hayan consecuencias en el mismo, que se pida perdón parece ya una tremenda soplapollez, como hemos visto en los ejemplos anteriores. Creo que nos merecemos algo más, que se pida perdón está muy bien, que se dimita está mucho mejor, pero el engranaje judicial y las responsabilidades tienen que ser reales. Que no se juegue con la democracia, con los resultados, que no se juegue con las vidas, que no se juegue con el centro del universo o que no se juegue con una mancha de semen en un vestido azul.
El perdón debería llegar siempre más allá, por responsabilidad.
Claro, pedir disculpas por ese deporte que más que nacional es internacional ya hasta roza lo ofensivo, si quieren demostrar arrepentimiento (si es que en verdad hay) pues siempre las acciones hablarán más que sus propias palabras. Ni que fuéramos un bebés.
ResponderEliminarUn abrazo Pimpfito.
Y la con la honestidad como bandera, no decir perdón gratuitamente si detrás no hay nada... Nuestro rey no pide perdón por sus acciones de sibarita caza mastodontes, pide que creamos en su figura impoluta de representante estatal a pesar de sus acciones.... Pero si cuela, cuela.... Besotes.
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