lunes, 1 de octubre de 2012

La Princesa de Kapurthala

Anita Delgado Briones, con origen en una familia de clase media malagueña venida a menos que se desplaza a Madrid. Trabaja en el Kursal, un frontón que por las noches se convertía en espectáculo de variedades donde actuaban La Matahari, o cupletistas como La Fornarina. Entre acto y acto, aparecen entre los telones las hermanas Delgado, siempre acompañadas por su madre haciendo un baile, las Camelias se hacían llamar.
 
En 1906 se iba a celebrar la boda del monarca español, Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg. De entre los invitados, destaca el maharajá de Kapurthala, de la India que acude al frontón del Kursal y descubre a la joven bailarina. Las hermanas Camelias ni siquiera destacaban por ser unas grandes bailarinas, sin embargo, la belleza de la joven llamó la atención del maharajá. Las hermanas Delgado habían estudiado las cosas que estudiaban las chicas de la época, sin embargo, las letras no eran en fuerte de Anita, siendo para ella la ortografía una de sus bestias negras. Anita también tartamudeaba un poco, problema que fue corrigiendo con el tiempo. El maharajá se encaprichó de ella y buscó la forma de llegar a ella, trayéndola a ella y a su familia entre palmitas, mientras las bailarinas del Kursal morían de la envidia, siendo la familia Delgado invitada a los esponsales del rey.
 
La boda de Alfonso XII terminó repentinamente con el atentado anarquista que intentó acabar con la vida del monarca. El maharajá se fue a París, y mantuvo el contacto con Anita por correo. Cayó en manos de algunos intelectuales de la época una carta en la que por fin, Anita decidía dejar de dar negativas al indio, en esa misiva, aceptaba la propuesta de matrimonio. Valle-Inclán y otros intelectuales retoman la escritura de la carta a la que incluso falsifican la firma haciéndola toda una misiva de amor, cosa que encandiló todavía más al maharajá, mientras, los intelectuales soñaban con un hijo de la Delgado que liberase la India del opresor inglés y vengase la afrenta española de Trafalgar. Anita y su familia se trasladan a París un tiempo, dónde se casan civilmente y poco después, se va la pareja a la India para celebrar la boda por el rito hindú. Anita decidió seguir adelante con su aventura, decidió ser princesa, decidió querer al maharajá.
 

Comenzó la vida de princesa, rodeada de todo lujo, joyas, personal a su servicio y empezó a aprender las costumbres del principado, vestuario, protocolo, alimentación y otros muchos aspectos, entre ellos, a convivir con las otras esposas de su marido, sus otros hijos y a acostumbrarse al harén al que ella nunca entró. En 1909 nace su hijo con el maharajá al que se le encomendó una educación a la europea con una única condición puesta por su padre de la religión sij. Su vida afortunada en la India contrasta con la melancolía que siente por su tierra, por su Málaga, por su familia, manteniendo mucha correspondencia con nuestro país. Su matrimonio es claramente por interés, sin llegar a estar nunca enamorada, su relación con el maharajá se enfría alrededor de 1918, tras la muerte de la hermana de Anita y un aborto que casi le cuesta la vida. La aparición de nuevas favoritas del maharajá y la relación con su amante, uno de los hijos del maharajá. Anita Delgado deja la corte de Kapurthala a dónde ya no volverá.
 
En 1922 Anita se traslada a París, y en 1925 llega a un acuerdo de separación con su marido que le pasará una pensión vitalicia y le mantendrá la nacionalidad hindú con la condición de que Anita no se vuelva a casar. Anita, en París continúa su relación de amor con el hijo del maharajá, y tiempo después tiene varios novios, o amantes (según se vea). Su último amor fue el marido de una prima segunda suya, a quién conoció el día antes de la boda con la prima. Poco después se divorciarían y viviría con Anita Delgado. En 1962 Anita fallece en Madrid por problemas coronorios y sus restos fueron enterrados en el Cementerio Sacramental de San Justo.

11 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Algo triste, pero bueno, al final, interesante.

      Bicos ricos

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  2. Me leí el libro de Javier Moro donde explica bastante bien la vida de esta mujer y me gusto bastante. Posteriormente visite la tumba en san justo... Muy interesante recordarla..

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    1. Bueno, yo he recopilado información de varios sitios, así que tampoco es un post muy exacto. El caso es que llegué a ella después de ver algo sobre la vida de Larra, apareció su tumba en San Justo, y de un sitio a otro, llegué a este personaje... por lo de la tumba de ella. En su día ocurrió algo parecido con La Fornarina.

      bicos Ricos

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  3. Muy buena biografía, me ha encantado.

    Un abrazo chiquitín !!.

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    1. La hice en un momentín en el trabajo, en internet hay muchísima información sobre ella, más de la que yo me pensaba.

      bicos ricos

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  4. Vaya historia, una retorcida y más real versión de la cenicienta, ¿pero a qué vino este post tan cultural?...oye, las imágenes están preciosas. Cariños Pimpf.

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  5. WOW todo un cuento de hadas (al menos al principio) debió sentirse extraña en un harem! Pero ser cortejada por un Maharaja es algo que las niñas leen en sus cuentos, me imagino que por eso quedo prendada! Interesante entrada!!

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  6. ¡Guau, ésta vez te superaste en lo de cultureta! No sabía absolutamente nada de esta mujer, y es que, en el fondo, los españoles hemos estado representados en las aventuras más raras... lo de VALLE INCLÁN haciendo de CELESTINA escribiendo cartas de amor, eso me ha parecido un poco raro, porque mira que siempre he tenido a VALLE INCLÁN por un poco sieso y malafollá, pero bueno, si tú lo dices, me parece aún más sorprendente...

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  7. He visto documentales de esta Anita... y bueno... pues qué quieres que te diga.. jajajaj! Siempre hay locas para todo... las mujeres son así... jajajaj!
    Yo lo digo siempre: París bien vale una misa... yo también quiero exiliarme, pero no encuentro a nadie que me pase una paga... jajajajaj!

    Besos, guapo!

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  8. ¿Y no han hecho un biopic en el cine? Tiene todos los elementos para tener su propia versión cinematográfica.... Que vida más intensa ¿no? Besotes.

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