Cuándo todos estábais pensando que la vida de Isabel II de España no tendría importancia una vez derrocada la monarquía en España, os habíais equivocado, y si os pensábais que la reina no tuvo más amantes, también. La que era ligera de cascos siendo reina, siguió siéndola tiempo después, en el exilio.
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Isabel II en el exilio en Francia |
Entra en acción el político español Cánovas del Castillo que le pide a Isabel II que abdique en favor de su hijo Alfonso. Mientras tanto, en España se decide que vuelva la monarquía, pero nombran a Amadeo I de Saboya, un rey no Borbón que durará en España tres años. En el exilio tiene todo el apoyo de su madre, María Cristina, y sobre todo en lo relacionado con la restauración de la monarquía borbónica. Durante este tiempo se reconcilia con su hermana y su cuñado, el conde de Montpensier. Son años oscuros, durante los que se suicida el marido de su hija, La Chata. Visitará al papa de Roma y éste le recomendará que se reconcilie con su marido, Francisco de Asís. Con tal fin, se presenta en el castillo de Epinay. No se llegará a producir el encuentro, pues el rey, conocedor de las intenciones de la reina se va por la puerta de atrás, tras toda una vida martirizado al lado de la reina no tiene el cuerpo para ese tipo de disgustos. Cánovas del Castillo cree que la imagen de Marfori al lado de la reina daña la imagen de la monarquía española, le pide que lo aleje de su vida, y esta termina accediendo. Vuelve otra vez la monarquía a España, de la mano del hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII.
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Isabel II y sus hijas Eulalia, Paz y Pilar |
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El rey Alfonso XII, hijo de Isabel II |
Con Francisco de Asís llega a un entendimiento cordial aunque distante. En 1902, Francisco de Asís está gravemente enfermo con una pulmonía brutal. Isabel conocedora de su estado lo va a visitar. Lo primero que exclama al verlo moribundo es "Caray Paco, qué jodido estás". Francisco, muy menudo, muy flaco y con el poco valor que siempre le había caracterizado, saca fuerzas y entre silbidos asmáticos le espeta a la reina "Gracias por venir, Isabelita, pero os voy a hacer un ruego.... dejadme morir tranquilo", y cerró sus ojos y descansó. Fallecería a los pocos días de esta anécdota. Curiosamente, Francisco de Asís es el único hombre cuyos restos reposan rodeados de las grandes reinas de España.
Dos años después la que enfermaría sería ella misma, una gripe que se derivaría en una bronquitis. Llama a los suyos, pide que la sienten en una butaca, que siente que se va a morir, y pocas horas después fallece un 9 de abril de 1904. Se le hará una despedida en París con honores de Reina, y su cuerpo descansa desde el 15 de abril de ese año en el Panteón de El Escorial.