Ellas y Minoviescu

Vale que me quieran levantar a Fabián, que a fin de cuentas es un novio imaginario, y cuando yo decido, él deja de fijarse en ellas y de tontear, y también cuando a mi me da la gana hago que desaparezca de mi imaginación el mismísimo Fabián y se acabó la fiesta. Lo que ya no paso es porque me quieran levantar a Minoviescu. Bueno, eso es lo que pensaba yo inicialmente.

Ayer, tras un maratón por todos y cada uno de los mercadillos que hay espaciados por todas las plazas de Madrid donde venden lo mismo, los mismos gorros, los mismos pendientes, la misma bisutería, las mismas orejeras, bolsos, saquitos térmicos, churros, camisetas, etcétera etcétera, decidieron mis amigas que antes de ir para casa, sería buena idea tomar una cervecita ¿Y dónde? Decicieron que el sitio perfecto para tomarla sería la cafetería donde yo desayuno casi todas las mañanas. Efectivamente, la cafetería donde trabaja Minoviescu, si, ese camarero rumano impresionante con el que me voy a casar en el futuro, cuando deje de llevar un rosario a modo de colgante, y cuando me declare definitivamente, comencemos una más que fructífera relación, deje a Fabián y finalmente, si Rajoy no lo impide, o si no lo impide del Constitucional, la boda rumano-galaica, y ya está.

Pues fuimos a esa santa cafetería y precisamente estaba trabajando Minoviescu. Y cómo trabajó el pobre, que con la gente que había él disfrutaba saltando por encima de la barra, de un lugar para otro y cargando las bandejas. Yo fui muy listo, y como siempre me senté viendo hacia el fondo de la cafetería, para ver sus movimientos. Ellas estaban de espaldas. Aunque alguna que otra vez se giraban para ver qué pasaba. ¿Fue casualidad que fuésemos a esa cafetería? ¿Habrá llegado a sus oídos que hay un camarero guapísimo a la par que chulo? Todo fueron conjeturas. Llegué incluso a pensar que mis amigas serían bollos, de esas que terminan escupiéndote y dándote patadas, porque no hicieron ningún comentario sobre mi camarero favorito, ni tampoco se dieron codazos. ¿Lo habrán visto? ¿No les habrá parecido impresionante? Esta última pregunta descartada, a no ser esa peregrina idea del lesbianismo, aunque, por las noticias que tengo de ellas son heterosexuales, ¿Quizá bisexuales? Empecé a pensar que mis amigas estaban demasiado cansadas como para fijarse tan siquiera en Minoviescu que, otra vez con su corte de pelo, estaba impresionante. Y me fui de allí muy contento, aliviado tras mis temores iniciales por tener nuevas rivales en nuevos territorios, contento al no escuchar a lo largo del día ningún comentario que dijese "que bueno estaba el camarero del sitio de ayer". Ellas se lo pierden.

Bicos ricos