Y por fin el descanso

Cansa mucho ser un perfecto anfitrión, así que hoy un post tardío y rápido para comentar que se han ido ya mis visitas, y que ahora lo que me queda hasta que vuelva a trabajar el próximo viernes será descanso, descanso y más descanso.

Para el último día hemos dejado algo especial. La visita a mi Darío con el que hemos compartido todo el día. Claro, para liar la cosa todavía más. Mis amigas, mi novio imaginario y yo hemos recorrido parte de Madrid con mi amor platónico. ¿Se complica la cosa? Juntar a un novio imaginario con un amor platónico y las amigas es otra auténtica locura. Más después de haber llevado a mis amigas a casa de mi chico real a cenar, y de disimular claro ¿Dónde tienes los manteles? ¿Dónde dejamos las cazadoras? Si, algo muy patético a la vez que divertido, más cuando me conozco la casa de D. como la palma de mi mano, y todo eso, sin que Fabián se enterase de nada, porque yo si no junto a alguien es a Fabián con D., que esos terminan tirándose del pelo, que los conozco. Pero esto de la cena de anoche es desviarme mucho del tema. Estábamos contando este martes, recorriendo Madrid con Fabián, mi novio imaginario y con Darío, mi amor platónico. Pues bien. Mis amigas, que no dicen nada tienen un sitio al que les encanta ir en Madrid. Otra vez a visitar a Minoviescu. Y esto sí que es complicar las cosas, multiplicar la dificultad por quince, porque mientras Fabián y yo nos hacíamos manitas por debajo de la mesa de forma disimulada delante de mis amigas y sin que estas se enterasen de nada, yo no perdía de vista a Minoviescu, pero es que Minoviescu no perdía de vista a mi Darío. ¿A que se lía todo muchísimo? Pues bien, no era la única persona que no sacaba el ojo de encima a mi Darío, y es que un chico tan moreno, y tan guapo no pasa desapercibido ante nadie.

Mis amigas tampoco sacaban el ojo de encima a Minoviescu, y porque esto no es una película española, si no se podría haber montado allí cualquier vodevil, en el que yo saldría cantando en mitad de la escena, o saldría por patas, porque a mi la cabeza me echaba humo. Me niego tras un día durísimo de turismo en la ciudad en la que vivo a tener que volver a compartir en tan pocos metros cuadrados a tanta gente importante de mi imaginario. Así que, ahora que ellas se han ido, creo que tengo más que merecido un buen descanso.

Bicos Ricos