viernes, 22 de marzo de 2013

Manuel el zahorí

Manuel era zahorí por vocación, desde pequeño se había acostumbrado a jugar con aquel palo con forma de Y griega que, según como lo sujetase, y según dónde, éste se movía solo. Descubrió jugando con su madre y una pequeña cadena de oro con una cruz, que según cómo se moviese esta, si en forma circular o pendular sobre la palma de su mano, tendría un hermanito o hermanita. Todo eran fuerzas invisibles, que años después alguien le diría que electromagnéticas las que hacían que aquellos instrumentos con los que él se divertían, eran realmente herramientas para encontrar agua.
Manuel era un hombre de origen humilde, sus padres campesinos, trabajo que él heredaría tiempo después, para trabajar los campos del patrón que le tenía contratado. Manuel no pudo estudiar, se casó y tuvo dos hijos. Intentó por todos los medios que su hija estudiase física. Y lo consiguió. Su hija le explicó el funcionamiento de aquellos métodos ancestrales que él había utilizado toda la vida y que le habían servido como fuente de ingresos adicional al campo. Cada vez que Manuel salía a cualquier finca acompañando a un terrateniente para indicarle dónde debía cavar una zanja, o construir un pozo, Manuel acertaba siempre y los propietarios de las tierras, normalmente secarrales, se lo agradecían siempre, ello redundaba después en el trabajo de los campesinos con los que trabajaba, aquellos esforzados jornaleros. Con estos ingresos extraordinarios por los que él no cobraba, pero de los que recibía donativos consiguió abrir una cuenta corriente con la que pagaría los estudios de sus hijos. Manolito, el mayor decidió pronto que él no quería estudiar, y al igual que su padre y sus abuelos se hizo jornalero, pero Cristina, la niña, la niña si, ella era muy estudiosa, inquieta, inteligente, y muy preocupada por los problemas de todo el mundo. Su trabajo le apasionaba y decidió entrar en una ONG de ayuda a paises del tercer mundo.
Un día Cristina, la niña como Manuel le llamaba todavía pese a tener ya casi treinta años, llegó muy ilusionada a casa de sus padres, tenía en sus manos unos billetes de avión, se llevaría a su padre de viaje a Sudán a encontrar agua para una pequeña aldea de sudaneses. Ni que decir tiene que Sudán no entraba entre sus sueños de conocer mundo. Él siempre había soñado con viajar a Londres, Paris, ver aquellos rascacielos de Nueva York que salían en televisión, pero, la simple idea de coger un avión, o varios aviones le había hecho muchísima ilusión. Y así fue como Manuel y Cristina semanas más tarde se fueron a una zona muy seca de África con sus equipajes, y la vara de zahorí. Manuel se quedó más que sorprendido de todo lo que allí vio, que ninguna de las buenas recompensas que le había dado ninguno de aquellos ricos terratenientes lo había compensado de tal forma. La cara de sorpresa de los habitantes de aquella aldea cuándo la varita mágica se movía, el esfuerzo de aquella gente preparando el terreno, los ancianos rodeando aquella máquina que perforaba el suelo y que llegaría al centro de la tierra, y finalmente, aquel chorro de agua constante mezclada con el barro que salía al aire sin control con los niños rebozándose en el fango. Aquel día construyeron el primero de los pozos de los más de diez que construyeron en la aldea perdida, junto con una escuela.
Manuel había cumplido varios sueños trabajando con ilusión en aquello a lo que él siempre se había dedicado como pasatiempo, había conseguido subirse en un avión, viajar por el mundo y ver la ilusión de toda una aldea muy necesitada de agua.
Hoy se celebra el Día Mundial del agua, con este motivo, este relato que no es más que una ficción en un día que este año tiene como lema "la cooperación en la esfera del agua". Considerando que esta cooperación es fundamental para asuntos de seguridad, lucha contra la pobreza, justicia social, lucha contra la desigualdad de género, una cooperación que permite un uso más eficiente y sostenible de los recursos hídricos que se traduce en beneficios mutuos y mejora las condiciones de vida.

3 comentarios:

  1. Si se dedicasen la décima parte de los capitales que se emplean en las guerras en promover la búsqueda de recursos, la pobreza y el hambre desaparecerían rápidamente. Todo el mundo debería ir a conocer algún sitio como Sudán para ser consciente de lo que ocurre cuando el agua no sale de un grifo.

    Un beso (soñador)

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  2. Lástima que sea una ficción, porque el relato es estupendo.

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  3. hola yo soy zahori y me gustaria alludar de algun modo a localizar agua en zonas de pobreza,
    ayrpozos@hotmail.com

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