domingo, 30 de marzo de 2014

Los Amantes de Isabel II (V y final)

Cuándo todos estábais pensando que la vida de Isabel II de España no tendría importancia una vez derrocada la monarquía en España, os habíais equivocado, y si os pensábais que la reina no tuvo más amantes, también. La que era ligera de cascos siendo reina, siguió siéndola tiempo después, en el exilio.
 
Isabel II en el exilio en Francia
En 1869 la familia real española se traslada a París, recibidos por Napoleón III y María Eugenia de Montijo, se fueron al palacio de Basilewski, rebautizado como Palacio de Castilla, le siguieron sus hijos, su confesor Antonio María Claret, Sor Patrocinio y su novio en aquel momento, Marfori. Francisco de Asís decide que es buen momento para separarse definitivamente de la reina y seguir su vida con su Meneses y ya sin obligaciones de estado, dedicarse a sus viajes e intereses culturales, se buscará una residencia retirada y compartida con su secretario en el castillo de Epinay. Solicita a la reina una asignación económica y la reina tendrá que vender parte de sus joyas para hacer frente a los gastos. Finalmente, una sentencia de 1870 les dará la separación definitiva y el reparto de bienes.
 
Entra en acción el político español Cánovas del Castillo que le pide a Isabel II que abdique en favor de su hijo Alfonso. Mientras tanto, en España se decide que vuelva la monarquía, pero nombran a Amadeo I de Saboya, un rey no Borbón que durará en España tres años. En el exilio tiene todo el apoyo de su madre, María Cristina, y sobre todo en lo relacionado con la restauración de la monarquía borbónica. Durante este tiempo se reconcilia con su hermana y su cuñado, el conde de Montpensier. Son años oscuros, durante los que se suicida el marido de su hija, La Chata. Visitará al papa de Roma y éste le recomendará que se reconcilie con su marido, Francisco de Asís. Con tal fin, se presenta en el castillo de Epinay. No se llegará a producir el encuentro, pues el rey, conocedor de las intenciones de la reina se va por la puerta de atrás, tras toda una vida martirizado al lado de la reina no tiene el cuerpo para ese tipo de disgustos. Cánovas del Castillo cree que la imagen de Marfori al lado de la reina daña la imagen de la monarquía española, le pide que lo aleje de su vida, y esta termina accediendo. Vuelve otra vez la monarquía a España, de la mano del hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII.
 
Isabel II y sus hijas Eulalia, Paz y Pilar
Isabel II comienza una nueva relación, ella tiene ya unos años, y él será Ramiro de la Puente, un capitán de artillería brabucón y juerguista de 30 años. Poco después la reina enferma de sarampión y sale de la enfermedad en un mal estado, al punto que Cánovas del Castillo se apena y le permite el regreso a España, a Sevilla dónde la reina ha decidido que sea su nueva residencia, aquí vivirá la noche sevillana plenamente. A su paso por Madrid permanece 7 horas en la ciudad, una visita que el gobierno se encargó de que pasase desapercibida, pues la imagen de la reina era lamentable para la monarquía. Ramiro de la Puente, será el encargado de gobernar su palacio en Sevilla y será el nuevo secretario real. Los condes de Montpensier (hermanos de la reina) no pueden ver a Ramiro de la Puente. Vuelven a surgir las tensiones con los Montpensier, y todo estalla otra vez cuándo el rey Alfonso XII anuncia su boda con María Mercedes de Orleáns, hija de los condes de Montpensier. Isabel se niega a dar el consentimiento a este matrimonio, y de hecho no acude a la boda real, a la que si acudieron la abuela del rey, la Regente María Cristina y su "padre" Francisco de Asís. Esta crisis provoca que termine su relación con Ramiro de la Puente.
 
El rey Alfonso XII, hijo de Isabel II
Isabel II abandonará España más triste y sola que nunca. En Francia se reconciliará con Ramiro de la Puente y se tomará una serie de venganzas contra su hijo haciéndose amiguita del descendiente Carlista pretendiente al trono de España o el rey Amadeo de Saboya que había abdicado unos años antes. Sin embargo, los últimos años de la vida de la reina se tornaron si cabe más tristes y oscuros, los fallecimientos de la mujer de su hijo Alfonso XII, de su madre María Cristina, de su hija Pilar en un balnerario en pocos meses la hunden si cabe un poco más. Volverá Isabel II en esta ocasión al nuevo matrimonio de su hijo. Aunque el verdadero mazazo en su vida fue el fallecimiento del rey cuando contaba solamente con 27 años.
 
Con Francisco de Asís llega a un entendimiento cordial aunque distante. En 1902, Francisco de Asís está gravemente enfermo con una pulmonía brutal. Isabel conocedora de su estado lo va a visitar. Lo primero que exclama al verlo moribundo es "Caray Paco, qué jodido estás". Francisco, muy menudo, muy flaco y con el poco valor que siempre le había caracterizado, saca fuerzas y entre silbidos asmáticos le espeta a la reina "Gracias por venir, Isabelita, pero os voy a hacer un ruego.... dejadme morir tranquilo", y cerró sus ojos y descansó. Fallecería a los pocos días de esta anécdota. Curiosamente, Francisco de Asís es el único hombre cuyos restos reposan rodeados de las grandes reinas de España.
 
Dos años después la que enfermaría sería ella misma, una gripe que se derivaría en una bronquitis. Llama a los suyos, pide que la sienten en una butaca, que siente que se va a morir, y pocas horas después fallece un 9 de abril de 1904. Se le hará una despedida en París con honores de Reina, y su cuerpo descansa desde el 15 de abril de ese año en el Panteón de El Escorial.

4 comentarios:

  1. Pues mucho ligaba para lo poco agraciada que era...

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    1. Dicen que tenía mucho desparpajo y una voz bonita, además, era la reina, todos se le acercaban por interés.

      Bicos ricos

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  2. wow con esa carita jejeje
    Aqui hay un dicho bien picaro! "Cara ofende, poto defiende" jajaja y veo que se aplica a la realeza tambien jajajajaja

    Caray que vida de la pobre, me dio penita, sabes , lo he sentido como una novela! como me gusto este chisme real!!
    gracias!!

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    1. Ella era un poco ninfómana, o guarrilla, según se vea, pero su vida tuvo que ser muy muy triste.

      Bicos Ricos

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