FNF Nº 134

Uno de los principales grupos que han sonado a lo largo de esta década de los 2000 ha sido La Oreja de Van Gogh, un pop que venía a llenar el vacío que produjo la separación de Mecano, salvando las distancias kilométricas, de estilo, de calidad y de todo en general. Pero ahí se crearon un hueco, con sus canciones románticas, nostálgicas y la dulce voz en ocasiones rasgada, de la entonces cantante Amaia Montero, la pobre, que se descarrió a medida que pasaba la década, hasta la llegada de la triunfita Leire Martínez en un cambio que vino a hacer olvidar a Amaia y a despertar la euforia de muchos de sus fans.

A lo largo de esos diez años han sacado un montón de discos con singles muy vendidos, muy bien promocionados y que se escuchaban en cualquier lugar, así se consigue la fama y estar en lo más alto. La Oreja de Van Gogh es un grupo, ¿cómo diría? Pues muy para gustos, no encuentras unanimidad sobre ellos, o te gustan mucho, o te aborrecen, aunque siempre hay excepciones, como yo, a quién le gustan mucho algunas canciones y sin embargo el grupo no termina de convencerle del todo. Ha sido complicado elegir un tema, no os vayáis a pensar, y seguramente los tienen más bonitos que este que he escogido, pero que me recuerda muchísimo a una amiga de Madrid que conocí en esa década, Nicky, "amiga mida". Cantaba siempre este París que hoy os traigo aquí.

Os va a parecer un churro de dedicatoria, pero es imposible no dedicarle la canción a aquella amiga de la que perdí el rastro y que me alegraba un montón la vida. Por ella va.