Entre todas estas biografías de las mejores cupletistas de principios del S.XX han destacado varios nombres, como La Fornarina, Raquel Meller, La Argentinita, entre otras, unas por su voz, otras por los temas que interpretaron, por sus bailes, o por sus romances. A todas ellas se las ha relacionado siempre con el rey de España, Alfonso XIII, y sin embargo la diva que traigo hoy es de las pocas que no tuvo relación con el monarca.
La Goya, como era conocida la joven Aurora Jauffret nace en Bilbao en 1891, en el seno de una familia acomodada que pronto envió a la niña a estudiar a Madrid con las monjas del Sagrado Corazón, aprendiendo en estos años inglés, francés, italiano, solfeo y piano. Cuando su madre contrajo segundas nupcias con un conocido jugador de petanca, la familia viajó por México donde conoció al barítono Ignacio Tabuyo que le daría después clases de canto. Así pues, la refinada joven, intelectual para lo que era la época, pronto comienza a escribir cartas a la conocida sección sentimental del Heraldo de Madrid de la época que llevaba Alvaro Retana un escritor, periodista, dibujante, música e intelectual de la época. De su mano llegó el debut de La Goya en el Trianon Palace, el mejor lugar para un debut, el de más prestigio, y un debut nada convencional, cobraba 100 pesetas la noche, mientras que otras cantantes de su época, en el mismo lugar cobraban 10 pesetas, y eso que La Goya no enseñaba apenas carne. La Goya siempre destacó por ser una cantante que no utilizaba la picardía, su vestuario, normalmente creado por ella misma era siempre tapada y solo enseñaba los brazos, en una época dónde otras enseñaban ya las pantorrillas.
Su nombre se lo debió al mismo Álvaro Retana quien tras verla caracterizada como "La Tirana" de uno de los cuadros de Goya quiso ponerle este nombre artístico, sin embargo éste ya lo tenía una cantante del siglo pasado, no les quedó otra que elegir Goya aprovechando el apellido ilustre del genial pintor de Fuendetodos. Fue de las primeras cupletistas que grabaron discos y aunque ahora, sus mayores éxitos no se escuchen de su voz, siempre quedará el recuerdo de que las canciones habían sido compuestas para ella, temas como "El Balancé", el "Ven y Ven" o el "Tápame, tápame". Entre sus admiradores contaba con Joaquín Dicenta quien escribió una obra de teatro para ella. Pero no fue el único, otros intelectuales de la época como Valle-Inclán o los hermanos Álvarez Quintero gustaban también de sus actuaciones. Fue la primera mujer que actuó en el Teatro Lara.
Pero no todo en la vida de La Goya van a ser sus actuaciones y sus canciones. Tenía muchos pretendientes, muchos fans, si es que en la época se podía utilizar este término, entre ellos un torero, y otra vez a vueltas con los romances entre toreros y tonadilleras, unos romances difíciles. Su noviazgo con Ricardo Torres el "Bombita", torero sevillano duró varios años pero no llegó a concluir en matrimonio, las diferencias culturales entre ambos, ella muy educada, él con menos estudios, él machista y taurino, ella cantante, él un hombre que era incapaz de salir debajo de las faldas de su madre. El romance que estuvo en boca de toda la prensa de la época concluyó, cuando él exigía a la cantante su retirada de los escenarios y ella exigía a él la retirada taurina. Ni uno ni el otro lo harían por amor, aunque si, por distintas circunstancias, ya separados sentimentalmente. En una de las muchas tertulias literarias que realizaba en su casa conoció al por entonces cronista oficial de la Villa de Madrid, Tomás Borrás, un hombre con una cultura más parecida a la de la cantante.
Aprovechando el tirón de La Goya, una bodega jerezana ofreció a la artista la posibilidad de poner su nombre artístico en uno de sus caldos. Así, ha llegado hasta hoy, una manzanilla conocida como "La Goya". Y sin embargo, el tirón de las cupletistas no pudo con el paso del tiempo y los cambios de gustos de los españoles poco a poco fue cayendo en el olvido, la aparición del cinematógrafo o del jazz fueron relevando a la música española a un segundo plano. Su retirada llegaría en 1927, en el conocido teatro María Guerrero. Fallecería un 4 de junio de 1950, y está enterrada en el cementerio de San Isidro, muy próxima a otras divas de la época como fueron La Fornarina o La Argentinita.
Una cupletista diferente a los demás que no cayó en la garras de Alfonso XIII.
ResponderEliminarSalu2.
Si, se ve que esta no le gustó a Alfonso XIII o que era tan casta que no llamaba la atención.
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Interesante biografía sobre esta cupletista.
ResponderEliminarUn abrazo chiquitín !!.
Como todas sus vidas. Me apasionan las vidas de finales del siglo XIX.
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uy, chuchi, qué tiempos aquellos en que la petanca daba para tantísimo. Además, me sorprende que las monjas no impidieran esas segundas nupcias.
ResponderEliminar¿Te has aficionado al cuplé?
Besos
Uy, estas de monjas tenían poco. Pero esta no llegó a casarse con el torero.
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Tan cultural el Pimpf de los findes, yo hasta esta tanda de post no tenía idea lo que era una cupletista jejeje, todas tienen como una historia común, ascienden desde la humildad y luego vuelven a caer, la diferencia es la distancia a la que caen :/ ... cariñines Pimpfillo.
ResponderEliminarBueno, cultural siempre G-boy, destilo cultura y conocimientos por todos los poros, jajaja.
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Gracias por tan estupenda semblanza de La Goya. Siempre es grato comprobar que alguien se acuerda de una de mis colegas...
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