domingo, 17 de febrero de 2013

Jarabo (II)

Sobre los hechos del asesinato hay varias versiones, la propia de Jarabo y la de la fiscalía. En el capítulo de la serie "La Huella del Crimen", titulada Jarabo, altamente recomendable, un magistral Sancho Gracia interpreta a Jarabo, guaperas, chulo, y con facilidad de palabra.

Según Jarabo relata, llega a la calle Lópe de Rueda, 57, 4º Exterior Izquierda, dónde residía Emilio Fernández. Le abre la puerta Paulina Ramos, la sirvienta de la casa que en esos momentos se encontraba en la cocina cortando verduras para la cena. Emilio Fernández no estaba, por lo que la sirvienta emplaza a Jarabo a que lo espere en el salón. Cuándo la criada vuelve a la cocina, Jarabo la sigue, la sujeta por detrás y le clava en el pecho el mismo cuchillo con el que estaba cocinando. La herida parte en dos el corazón a Paulina y Jarabo, para rematarla le golpea la cabeza con una plancha para evitar que diese cualquier grito antes de morir. Arrastró el cadaver a su habitación y empezó a buscar por la casa la carta y la sortija. Al poco rato llegó a la vivienda Emilio que se dirigió al cuarto de baño. Jarabo lo siguió y lo abrazó por detrás fingiendo ser su esposa, para acto seguido sacar la pistola de su cintura y pegarle un tiro a bocajarro en la nuca que hizo caer el cuerpo de Emilio, cayendo su cabeza entre el bidet y el retrete, manchándolo todo de sangre. Jarabo le sacó la chaqueta y rebuscó entre sus cosas. Se quedó con sus pertenencias y el dinero que portaba, así como con las llaves de su casa y su negocio. Continuó buscando la carta y al sortija, sin éxito alguno mientras se bebía un trago de anís.
Volvió a escuchar el sonido de una llave abriendo la cerradura de la vivienda. En esta ocasión era la esposa de Emilio Fernández, Amparo Alonso que estaba embarazada. La señora de la casa nada más entrar se dirigió a la cocina, dejó allí una bolsa y sacó la basura. Volvió a entrar y su sorpresa fue mayúscula al encontrarse a Jarabo sentado en el sofá del salón. Le preguntó quién era, y éste le dijo que era un inspector de hacienda, que su marido, Emilio se encontraba detenido por tráfico de oro y divisas. La mujer no tenía clara la situación, y le preguntó por la criada, Jarabo respondió que también se la habían llevado detenida. Amparo sospechaba que algo no iba bien, y que aquel supuesto inspector de hacienda no era tal, no se sabe si fue que vió el traje de Jarabo con algunas salpicaduras de sangre. La señora de la casa empezó a gritar y echó a correr, intentando esconderse en su habitación. Jarabo la siguió, y con la mujer recostada en la cama, llorando, Jarabo apuntó con su Colt semiautomática de calibre 7,63 hacia el occipital y terminando al instante con su vida.
Volvió a buscar por la casa tanto la sortija como la carta pero estas seguían sin aparecer. Eran las doce de la noche y aunque podría haber salido con las llaves que le había robado a Emilio, decidió pasar allí la noche y encontrar un momento más propicio para salir sin ser visto. Al ver las manchas en su camisa decidió ducharse y cambiarse. Fue al baño, dónde yacía el cuerpo sin vida de Emilio, le impresionó lo que había hecho y tapó la cara de Emilio con una toalla. Se duchó y se puso una camisa limpia del dueño del piso. Terminó la botella de anís en una noche de alcohol y cocaína. Cubrió el cadáver de Amparo con un edredón y movió el cadaver de la criada, rompiéndole la bata y colocándolo en una posición obscena. La intención de Jarabo era preparar una escena del crimen que simulase una fiesta de los señores de la casa y la criada, para ello colocó varias copas en el salón y algunas de ellas las marcó con carmín. Supuestamente había sido una fiesta que se había pasado de largo. Terminó la noche buscando la sortija y apropiándose de algunos objetos de valor de la casa.
A la mañana siguiente Jarabo se dirigió a Jusfer, el comerdio que Emilio y su socio Félix López regentaban en la calle Alcalde Sainz de Baranda 19, a las 9,45 horas, Félix entraba en el comercio y dentro lo esperaba Jarabo. Cuándo entró en el almacén, el asesino le disparó dos tiros muy próximos, de forma similar a la de los anteriores cadáveres. Cayó en el acto. Rebuscó por la tienda la sortija y la carta pero no aparecieron, y después pensó redondear la serie de macabros asesinatos, intentando que fuese por el comercio la novia de Félix para acabar con su vida, pero ésta no acudió. Jarabo se había vuelto a manchar de sangre y volvió a cambiarse el traje.
Había concluido este tetraasesinato, aparentemente con todo atado y bien atado, eso si, sin la joya ni la carta de su querida Beryl.

7 comentarios:

  1. Qué sangre fría la de nuestro Jarabito... Insensible ante los frágiles personajes en la noche de caza.... Ufff qué escalofrío!!! Besotes.

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    1. Insensible a la par que ingenuo, o drogado, vaya Vd. a saber, porque hoy los del CSI lo hubieran pillado incluso antes de salir de allí.

      Bicos Ricos

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  2. Wow me lo leí de un tirón! Es que a mí este tipo de historias me atrapan, y que fue de la carta, para que la quería, y el anillo? Oooh dios! Habrá segunda parte!!??

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    1. Bueno, veo que tendré que hacer más post sobre esos criminales españoles que tanto cariño les tenemos por aquí, y eso que son criminales, pero sus historias, de lo más truculentas.

      Bicos Ricos

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  3. Ahora voy a entender el por qué nuestras madres noa amenazaban con "jarabe de palo" ¡Es broma, pero como se las gastaba el tipo éste!

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    1. Dicen que por Madrid se extendió el dicho de "eres más malo que Jarabo", en los años sesenta...

      bicos Ricos

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  4. Unos amigos de mis padres contaban que cuando se casaron les ofrecieron el piso de Lope de Rueda 57 4 exterior izquierda... era muy barato pero nadie lo quería. Ellos tampoco.

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