Es la primera vez que me ocurre, y creo que a mis compañeros de trabajo también y mira tú que ellos tienen ya una edad, considerando yo la mía, y sabiendo que soy el más joven y que la distancia entre yo y el siguiente es bastante grande. Pues es la primera vez que nos ocurre que nos fallezca un jefe y compañero.
Si es que dónde trabajamos estamos que no levantamos cabeza, no lo digo ya por estas cuestiones de los recortes, que, ante un fallecimiento son auténticas nimiedades, pero llevamos una racha de tres segundos jefes que se nos van, por unas causas u otras, yo creo que en el despacho de al lado hay alguna especie de maldición. Pero no quería centrar yo el post de hoy en esa supuesta maldición, cosa que sería más bien investigable por Iker Jiménez. Yo creo que es justo hacer un sentido homenaje a ese compañero que se ha ido tal y como ha venido, sin hacer mucho ruido, pero dejando entre los compañeros un pequeño hueco en el corazón.
Llegó a finales de abril, un señor mayor, con cara de cansado y problemas respiratorios, que fueron los que ayer lo llevaron a la tumba. Entró con muchas ganas de trabajar y de aprender, de volver a un trabajo que hacía muchísimos años que no ejercía. Yo, por los puestos en los que trabajo tenía muchísimo contacto con él, y cuándo no teníamos excesivo trabajo, no era de extrañar su visita, en busca de un poco de charla, charla que podía abarcar desde la situación política, cosa que, por su cargo y su edad conocía bastante bien, o bien asuntos personales. Le encantaba tirarme de la lengua, y yo en ocasiones hacía que no le escuchaba bien, para continuar con mi trabajo. Encontré en él, cuando la mayoría de compañeros estaban de vacaciones, un compañero perfecto para ir a las manifestaciones que los funcionarios hacíamos. ¡Un jefe pancartero! Y claro que me contó sus historias cuándo corría delante de los grises, aunque me admitió que también, la policía ahora estaba pegando con mucha más saña que antes. Tan pancartero era que me incitaba a que fuese a las manifestaciones. Poco estuvimos con él, seis o siete meses, y luego su salud empeoró por momentos, hasta su ingreso en el hospital y la fatídica noticia que ninguno nos esperábamos. Éramos consciente de su enfermedad crónica, de la posibilidad de que la baja lo apartase del trabajo pero jamás pensamos que lo apartase de esta forma, porque, por lo poco que lo he conocido, seguro que era de los que vendrían en ocasiones a hacer una visita.
Tras el impacto inicial de la noticia, los compañeros sugirieron que como compañeros que somos, deberíamos ponerle una corona de flores. Maldita idea. Yo, que soy el más pobre aquí ya les dije que un ramo bonito sale algo más barato que una corona y es incluso más bonito, para lo que todos considerábamos tirar el dinero pero una obligación con el que fue nuestro compañero. Pues hicimos una recaudación exprés, muy rápida, para pagar 260 euros por una mierda de corona, y así os lo digo. Pedazo negocio tienen montadas las floristerías y funerarias a costa de las coronas. No quiero parecer aquí un tacaño, pero yo la sensación de pena que me ha quedado por su pérdida es igual con o sin corona, y total, la familia ni se entera en momentos así, y más cuándo es una persona que conoce tanta gente y tendrá todo lleno de flores. Yo haría obligatorio el no aceptar duelo ni flores, pero eso es y algo personal.
En paz descanse.
PD.: Y si, que lo sepas, te has ido dejando pendiente una visita a esa Galicia que tanto te gustaba, y concretamente a mi pueblo.
¡Vaya por Dios!, las floristerias hacen su agosto cuando hay funerales, cabos de año, etc...
ResponderEliminarLo siento chico.
Un abrazo chiquitín !!.
Siempre se suele hacer el detalle de comprar juntos una corona, pero es una lástima que una persona fallezca.
ResponderEliminarSalu2.
Y esa sensación de extrañeza que invade el lugar que ocupaba el difunto... Sensación que se prolonga durante un tiempo... Descanse en paz. Besotes.
ResponderEliminarEs un negocio, sí, pero también es muy triste ver que nadie lleva una flor. Ánimo.
ResponderEliminarQue triste retomar la lectura con semejante noticia, ya sabrás que yo ya he pasado por esto en el cole. Algunas veces llega más de cerca, otras veces son familiares de colegas o colegas que trabajaron alguna vez en el cole y que nunca conocí. Lo de Fernando ha sido lejos lo que más me ha impactado. Descanse en paz tu colega y cariños para ti.
ResponderEliminarCasi nunca he tenido que afrontar el fallecimiento de un ser cercano a mí, salvo la del conserje de mi colegio, cuando era pequeño. Recuerdo que fui a verlo aquella vez al velatorio y lloré en cuanto vi su rostro en aquel ataúd. Soy muy débil para afrontar la partida de la gente.
ResponderEliminarhttp://laputamala.blogspot.com/
¡Y dices que es la primera vez que os pasa! En mi trabajo están siempre "sisándonos dos euros" para la corona del padre de no sé quien, las flores del parto de la otra y los bombones de la operación del de más allá... yo al principio participaba, pero después de estar ingresado en el hospital y de baja once meses al diagnosticarme la púrpura, y no recibir ni una triste llamada de teléfono, no he vuelto a colaborar... mi madre decía, con razón: "El Señor dijo que fuéramos hermanos, no primos..."
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