No puedo con... Las chirigotas

Me vais a perdonar mi mal humor una semana más, pero en estas fechas de fiesta que son el Carnaval yo ya os lo digo así de claro, no puedo con las chirigotas de Cádiz, pero no solo no puedo con las chirigotas, tampoco puedo con las reinas del carnaval, y si me apuráis, tampoco puedo con el Carnaval. ¡Ya lo he dicho!

 

Yo cuando era niño disfrutaba los carnavales, me disfrazaban, hacía el payaso, me divertía, tenía fiesta en el colegio y tres días sin ir por clase. Una maravilla. Pero cuándo vas creciendo el carnaval comienza a ser un coñazo. Eres más joven, y aunque no tienes clase tienes que currarte el disfraz, que de pequeño no tenías que hacerlo, y es un auténtico tostón, ir ligero de ropa en pleno invierno un riesgo para la salud, ir demasiado abrigado un coñazo, llevar todo el cuerpo cubierto para que nadie te conozca, una mierda, porque tiene poca gracia  o ninguna no ser conocido, apenas hablas con los conocidos y todo por la supuesta gracia de esconderte ese día. Venga, va, no me jodáis, un truño. El maquillaje otro tostón, más para los chicos que no estamos acostumbrados y nos manchamos por todos lados, ni que decir tiene ya el uso de medias o tacones, pero eso son palabras mayores.

 

Creces un poco más, y ya estás en época universitaria. El Carnaval no solo es un coñazo, es una auténtica pesadilla. En plena época de exámenes, tus amigos que salen a disfrutar el carnaval, con sus disfraces, las fiestas en el pueblo y tú estudiando toda la noche, porque el martes de carnaval o el miércoles de ceniza, de una u otra forma siempre tienes un profesor de los majos majos que te ponen un examen ese día.

 

Pasa el tiempo, trabajas y lo del carnaval empieza a ser tedioso, porque no lo puedes disfrutar, porque las tradiciones se van perdiendo, y te vas fijando en el carnaval según lo ves en la televisión. Carnavales en Cádiz, fiesta grande, grandísima, mucha comida, música y chirigotas, si, chirigotas, un grupo de tropecientos tíos disfrazados cantando canciones y haciendo sonar un silbato coñazo, o como se llame, con unas letras muy irónicas y divertidas pero que nadie te las subtitula y por lo tanto, como el acento de Cádiz es tan complicado para los del norte, no te enteras ni de un cuarto de lo que dicen. Pues se tiran horas y horas, y días dándole a las chirigotas. No las aguanto, una está bien, dos también, pero más ya cansan. Pero no penséis que tengo una tirria personal contra los gaditanos, tampoco puedo con el plumerío del carnaval de Canarias, otro de los carnavales tan espectaculares, unas mujeres impresionantes, impresionantemente maquilladas, impresionantes sus trajes llenos de plumas, brillos, lentejuelas y demás cosas, en ocasiones llevan carros tras su culo para soportar el peso de los trajes de las reinas del Carnaval, pero carnaza poca, y un auténtico truño ver sus desfiles. Pero también están los dos carnavales más grandes (con el permiso del Carnaval de Barranquilla), que son Río de Janeiro y Venecia. Sobre el de Venecia ya lo digo, un coñazo, tanta sobriedad, si unas máscaras preciosas pero diversión la justa, que parece más bien un entierro que algo divertido. Y luego está Río, claro, Río es otra cosa, a mi la samba me encanta y las brasileñas más.

En Galicia los carnavales son divertidos, si, y tienen también mucha tradición, pero no dejan de ser una auténtica jodienda, que los muy desgraciados te lanzan hormigas y harina.

 

Lo único que me gusta de los carnavales, es el entierro de la Sardina, una tontería de fiesta pero que a mi me hace muchísima gracia, y que es un poco un resumen del carnaval, y una auténtica forma de reirse de la muerte ante la cuaresma que nos espera.

 

Y sin embargo, aunque no me guste el carnaval en general, me encantaría vivir cada uno de ellos. Tiempo al tiempo.